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Entrevista:THOM ANDERSEN | Cineasta | 29ª edición de Arco

"La verdadera cultura siempre está bajo tierra"

Hay cineastas que son una sola película. Tipos obstinados que entregan su vida a una historia que no admite paisajismos ni prisas. La de Thom Andersen es Los Ángeles, su ciudad. Primero fue Red Hollywood (documental sobre los estragos que supuso la caza de Brujas) y luego Los Angeles plays itself, un ensayo de casi tres horas sobre esa ciudad que todo el mundo ha visto retratada alguna vez pero cuyo rostro desnudo solo unos pocos alcanzan a descubrir. Un filme que más que dejarse ver, enseña a mirar.

Profesor y cineasta, Andersen estrenó Los Angeles plays itself en 2003 y desde entonces pasa de mano en mano entre los aficionados, como una joya oculta, fascinante y reveladora. El director impartió la semana pasada un taller en La Casa Encendida, donde ha presentado (al hilo de Arco) un ciclo de 20 películas, sobre una ciudad aplastada por Hollywood y sus tópicos. Coincide con L.A.X., programa que incluye una selección de piezas de videoarte y la retrospectiva del cineasta underground Kenneth Anger en el Museo Reina Sofía.

Ciudad fantasma que creció a la sombra de las películas, Los Ángeles es víctima de la industria del cine, que la devoró hasta desdibujar su personalidad. Ésa es la certera conclusión de Los Angeles plays itself, una cinta sobre por qué la ciudad "más fotografiada del mundo es la menos fotogénica". "La verdadera cultura está bajo tierra", aclara el cineasta, que fue jurado en el pasado festival Bilbao Zinebi.

El cine convirtió a Los Ángeles en L. A., acrónimo que solo una ciudad "con complejo de inferioridad" permitiría. "L.A. hace referencia al mundo de la farándula cuando solo uno de cada 14 habitantes de la ciudad trabaja en el cine pero sencillamente no existen". Una ciudad sin nombre cuyos alrededores pueden convertirse en Suiza o China, si el guión lo requiere. Una ciudad cuyos edificios se han convertido en decorado de decenas de películas hasta tener carreras cinematográficas propias. De la casa Emin de Frank Lloyd Wright al Bradbury. "En realidad, en Los Ángeles no hay cultura y por eso me gusta", explica. "En Nueva York hay museos, pero son como ir al metro. En Los Ángeles están vacíos, pero al menos puedes ver el arte de verdad".

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