Batalla campal entre Mossos y magrebíes tras una detención

Indignación y piedras. En la barriada de El Vendrell (Tarragona, 36.000 habitantes) se acumulaban ayer los cascotes con los que un centenar de vecinos, en su mayoría marroquíes, respondieron a una detención policial el pasado miércoles. El enfrentamiento empezó cuando los Mossos d'Esquadra pidieron la documentación a un joven de 19 años que portaba hachís y presentaba una actitud "sospechosa", según la policía, que sostiene que el joven se encaró violentamente a los agentes.

En Pisos Planes, el nombre por el que se conoce el barrio, se cuenta otra historia: que cuatro agentes agredieron sin motivo a un marroquí, luego a su hermano y luego a su padre. Los presentes se amotinaron y arreció la lluvia de piedras. La refriega, en la que participaron una treintena de agentes y obligó a cerrar la barriada, se zanjó con cuatro detenidos y cinco agentes contusionados.

El alcalde, Benet Jané (CiU), lamentó los hechos, que calificó de "aislados e imposibles de prever". "No hay problemas de convivencia", dijo antes de advertir de que se mantendrá la presión policial -"si alguien se salta la legalidad vigente, pueden ocurrir cosas"- y llamar a los marroquíes a tomar conciencia de que estos episodios "estigmatizan a todo el colectivo".

Los Pisos Planes son uno de los puntos calientes de la ciudad: área degradada, conflictiva y habituada al menudeo de drogas. Son apenas tres calles en las que viven 300 personas, que constituyen el principal núcleo de población magrebí del municipio, con el 17% de inmigrantes, cerca del 9% de origen marroquí. "Hay problemas por la propia dinámica de concentración de determinados ciudadanos", precisó el alcalde.

Said, marroquí de 34 años empleado en la construcción, recoge un canto y simula los lanzamientos del día anterior. "Se veía venir. Aquí hay mucha gente sin trabajo, cada vez pasan más tiempo en la calle. La policía nos trata como a animales, así no se puede vivir", cuenta con el rostro afligido.

El incidente motivó reacciones en todos los partidos del municipio. La xenófoba Plataforma per Catalunya, que cuenta con cuatro ediles, calificó los incidentes como "síntoma de la guerra étnica que ahora empieza". El PSC hizo un llamamiento a la convivencia y el PP dijo que el incidente muestra el fracaso de las "politicas buenistas" hacia los inmigrantes.