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Las bombas caseras de los talibanes frenan el avance aliado en Afganistán

Los combates se recrudecen en Marjah, ciudad clave para el éxito de la ofensiva

Antonio Caño

La ofensiva en el sur de Afganistán es un éxito, aunque su avance es lento con el fin de evitar bajas y pérdidas de vidas civiles, según el balance que hicieron ayer los responsables militares afganos y estadounidenses. Los combates, aunque esporádicos, se recrudecieron ayer en la ciudad de Marjah, pero las fuerzas asaltantes confían en lograr el control de esa población de forma inminente.

El control de Marjah es esencial para que la estrategia puesta en marcha con esta ofensiva -el establecimiento allí de una autoridad representante del Gobierno de Kabul- pueda tener éxito. Pero ese control no es fácil porque la ciudad, a la que nunca habían accedido las fuerzas de la OTAN, había sido convertida por los talibanes en un fortín que no es ahora fácil de derribar.

Los 'marines' necesitaron nueve horas para ganar 1,5 kilómetros
El saldo de la operación es, de momento, favorable, según los militares

Marjah, según los mandos militares sobre el terreno, está plagada de minas y bombas-trampa que hacen muy peligrosos los movimientos. El corresponsal de The New York Times que informa desde allí cuenta que los marines necesitaron nueve horas para ganar poco más de kilómetro y medio de territorio.

A esa amenaza se suma la de los francotiradores, que ayer aparecieron con más frecuencia e insistencia, especialmente en el sur de la ciudad, donde los estadounidenses sospechan que pueden haberse hecho fuertes algunos cientos de talibanes que esperan la oportunidad de contraatacar.

El saldo de la operación que empezó poco antes del amanecer del sábado y en la que intervienen 15.000 soldados parece, no obstante, favorable. "La situación por el momento es tal y como el Gobierno había previsto. Las fuerzas mantienen su avance desde los puntos que van capturando", manifestó ayer en una conferencia de prensa el gobernador de la provincia de Helmand, a la que pertenece Marjah, Gulab Mangal.

Un diagnóstico similar ofrecieron las autoridades militares. "No estamos haciendo frente a ninguna amenaza en estos momentos, excepto en el sur de Marjah, donde hay una pequeña resistencia, pero no suficiente como para constituir un obstáculo para nuestras fuerzas", dijo el jefe del Ejército afgano en Helmand, general Sher Mohamed Zazai.

Este hecho, que sean los propios afganos los que evalúan los acontecimientos militares y no los estadounidenses, es en sí mismo un gran logro de esta ofensiva. El jefe de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, general Stanley McChrystal, participó ayer en la conferencia de prensa en Kabul y confirmó que el avance era lento por la voluntad de hacerlo de forma prudente y meticulosa, pero la voz cantante la tuvieron los responsables afganos. Ése es el eje de la estrategia que el presidente Barack Obama anunció en noviembre y que ha sido estrenada con esta ofensiva: lograr que los afganos resuelvan el conflicto entre los afganos, de forma que EE UU pueda limitarse a actuar contra Al Qaeda y empezar a retirarse el año que viene.

Eso exige no sólo vencer en Marjah, sino convencer a sus habitantes. Los representantes de Kabul tienen que ganarse las simpatías y la confianza de una población que no ha conocido más autoridad que la de los talibanes y que parte de una sospecha histórica y bien fundada hacia el Gobierno central. No ayudan a esa labor sucesos como la muerte accidental de 12 civiles ocurrida el domingo. El ministro de Defensa afgano, general Abdul Rahim Wardak, confirmó ayer que, como es obvio, "el objetivo de esta ofensiva no es matar civiles, sino preparar la restauración pacífica del control del Gobierno sobre Marjah".

Pero otro error como ése podría dar al traste con ese propósito. Los estadounidenses evitarán al máximo el uso de cohetes hasta que no se hayan investigado las causas por las que equivocó su objetivo, el que mató a una familia entera en su vivienda. Pero eso hará más difícil y más arriesgado el avance para los propios soldados, que tienen que pasar por calles que no conocen y ser capaces de distinguir en fracciones de segundos si el afgano con el que se cruzan es amigo o enemigo.

[En una acción que no está relacionada con esta operación, cinco civiles murieron ayer por error en un ataque aéreo de la OTAN en Kandahar, según informó la Alianza.]

<i>Marines</i> estadounidenses disparan sus armas durante los combates por el control de la localidad afgana de Marjah.
Marines estadounidenses disparan sus armas durante los combates por el control de la localidad afgana de Marjah.REUTERS

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