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OPINIÓN
Columna
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¿Abril Martorell?

Fernando Abril Martorell, vicepresidente de Gobierno con Adolfo Suárez y muñidor político de los Pactos de la Moncloa, en 1977, decía que en aquellos momentos casi no importaba lo que se firmase siempre que fuese en la buena dirección; lo significativo es que hubiese un pacto entre todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria (la patronal acababa de crearse y los sindicatos eran todavía alegales). Además de controlar los fuertes desequilibrios de la economía española, acumulados en el tardofranquismo (motivación económica), los Pactos de la Moncloa tenían una motivación política: ganar tiempo a través de la paz social para llegar a elaborar una Constitución inclusiva. Ésta se logró menos de año y medio después y todavía dura.

CC OO, UGT y CEOE han mandado un mensaje fuerte a los partidos sobre la necesidad de un pacto contra la crisis

Se puede hacer una analogía entre esa circunstancia histórica y el más humilde pacto salarial a tres años al que acaban de llegar los sindicatos y la patronal: era menos importante lo que se firmase siempre que fuese en la buena dirección, que se obtuviese un acuerdo en medio de una coyuntura fuertemente recesiva (siete trimestres seguidos de contracción del PIB). Con él se enviaba un mensaje poderoso a las fuerzas políticas sobre la necesidad de un pacto de Estado para salir de la crisis económica, que es un clamor en la opinión pública. Por ello es una mala señal que a las pocas horas del acuerdo salarial de nuevo se montase la trifulca en la comisión de control del Congreso, con una oposición sobreactuada que no comparece ni propone ante los grandes problemas económicos, y un Gobierno que no lidera ese consenso tan necesario. ¿Quién será el Abril Martorell de hoy?

Pero es que, además, el modesto acuerdo entre sindicatos y patronal va en el buen sentido: balancea austeridad salarial con empleo, da flexibilidad a las relaciones laborales (cláusulas de descuelgue a las empresas que no estén en condiciones, subidas de sueldo a lo largo del periodo de tres años) y se constituye en la primera parte de algo más difícil como es una reforma del mercado de trabajo para cuando la economía se recupere y empiece a crear puestos de trabajo.

No es la primera vez que los agentes sociales, tantas veces denostados, marcan una línea que contribuye a dar confianza a la sociedad en momentos de confusión. Poco después del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, humillado todavía el país por la acción de los facinerosos, la patronal y los sindicatos firmaron junto al Gobierno de Calvo Sotelo el Acuerdo Nacional de Empleo (ANE). En junio de 1981 se suscribió "el pacto del miedo", un pacto social que significó estabilidad política, y así pasará a la historia más que por sus contenidos concretos.

¿Cómo concebir las reformas sobre las que hay consenso, y que irremediablemente cabalgarán sobre más de una legislatura, sin un pacto que aglutine a quienes tienen capacidad de gobernar y de sustituirse en la Administración del país?

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