"Algo late en la izquierda 'abertzale"
Garbiñe Biurrun predica con el ejemplo en lo que al derecho de los jueces a opinar sobre política respecta.
Pregunta. Uno de sus compromisos al acceder al cargo fue el de contribuir a la paz. ¿Estamos ahora más cerca de ella?
Respuesta. Estaremos más cerca cuanto más lejos esté de la violencia la línea oficial de la izquierda abertzale.
P. ¿Tiene visos de credibilidad el proceso interno de debate que están afrontando?
R. Cuando en primavera se comenzó a mencionar no me lo tomé muy en serio por las numerosas frustraciones previas, pero he de reconocer que ahora sí parece que algo late tras esa reflexión interna.
P. ¿Culminará con algún tipo de resultado?
R. Esperaba que no se prolongara tanto un debate sobre algo que para mí es obvio, pero confío en que no esté ocupando tanto tiempo el hecho de poner en sí el punto final a la violencia, sino la forma de hacerlo. Supongo, además, que habrá muchas personas ajenas a ese mundo que ayudarán con el trabajo de aterrizaje.
P. ¿Es posible el fin de ETA?
R. Si quienes dicen luchar por la ciudadanía pierden el apoyo político tendrán que realizar una reflexión aún más seria. El desmarque de la izquierda abertzale casi debería conllevar el cierre de la persiana de ETA.
P. ¿Puede suponer un punto de inflexión el cambio de color del Gobierno?
R. Creo que es irrelevante para un mundo que contempla la realidad de una forma tan absurda que cualquier cambio en ella le es prácticamente ajeno.
P. ¿Qué repercusión puede tener la nueva política de mano dura emprendida por Interior?
R. El nuevo Gobierno ha tratado de marcar territorio, de acentuar la diferencia con sus predecesores, adoptando incluso una actitud de la que no han hecho gala otros ejecutivos como el central o el de Navarra, que tampoco han sido nacionalistas. Y en algunos casos, como la retirada de carteles, lo ha hecho al filo de la legalidad.
P. ¿A qué se refiere?
R. Muchas de las pancartas retiradas eran delictivas, pero otras sólo reclaman los derechos de los presos. Hasta el peor de los asesinos los tiene y pueden, si no deben, ser reclamados públicamente. Responder a las provocaciones en el límite de la legalidad puede conllevar el descrédito de las instituciones. Hay que jugar con tiento y mucha cautela.
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