"Los jueces tendríamos que salir a explicar nuestras decisiones"
A sus 49 años, Garbiñe Biurrun representa aires de renovación en el Tribunal Superior. Mediática como pocos, ha sido la primera mujer en alcanzar la presidencia de una Sala, su compromiso es firme con el euskera y mantiene una visión innovadora del papel de los jueces. Hasta el punto de que reclama para ellos un mayor protagonismo social.
Pregunta. ¿Deben ser los jueces personajes públicos?
Respuesta. No se trata de estar a diario en los medios de comunicación. Los hay más locuaces, menos atrevidos... Pero sí hay muchas ocasiones en las que deberíamos salir ante la opinión pública para explicar nuestras decisiones judiciales, porque hay algunas que no se entienden o se prestan a cualquier interpretación.
"El CGPJ es lento e inoperante y la confianza que me genera es nula"
"La política está bloqueando la designación del nuevo presidente"
P. ¿Con qué frecuencia?
R. Tenemos que poner cara y voz para sostener lo que hemos escrito e infundir seguridad a los ciudadanos. El ejemplo de los médicos es claro y nadie lo cuestiona. Cuando hay un parte importante salen los propios profesionales a contarlo.
P. ¿Debe limitarse a ese cometido su papel público?
R. A partir de las tres de la tarde y durante los fines de semana podemos expresarnos sobre lo humano y lo divino. Hay que verlo como un síntoma de absoluta normalidad. ¿Acaso alguien piensa que los jueces no opinamos en nuestra vida diaria? La única excepción son los asuntos que están sobre la mesa, pendientes aún de una decisión. Sobre esos no caben pronunciamientos.
P. ¿Deben opinar también los jueces sobre asuntos políticos?
R. Pueden. No creo que vaya en contra de la independencia judicial. Lo que no debemos es aprovechar la función jurisdiccional para expresar nuestras ideologías, abroncar a los políticos o hacerles reclamaciones.
P. El proceso para elegir al presidente del Superior lleva tiempo bloqueado. ¿Qué parte de culpa tiene la política?
R. Bastante. Diría que incluso mucha. He llegado a leer declaraciones en las que una de las partes implicadas aseguraba tener la garantía de que la consejería de Justicia no iba a interferir en el proceso. Es algo intrínseco, que debería darse por hecho. No creo, sin embargo, que la intromisión política proceda directamente de los partidos.
P. ¿Es posible el acuerdo entre las corrientes conservadora y progresista del Consejo General del Poder Judicial?
R. Espero que sí. Soy consciente de que los vocales tienen muchos papeles sobre la mesa, pero ésta debería ser una cuestión primordial. El hecho de que veinte personas no sean capaces de ponerse de acuerdo dice muy poco de sí mismas y del propio órgano. Mi confianza en el CGPJ es nula. Para empezar, no me gusta cómo se designa. Es inoperante y lento.
P. ¿Está influenciado?
R. Que el presidente del país salga a dar el nombre del máximo representante del Consejo, como ocurrió en 2008, es un espectáculo lamentable. Supone un descrédito para el Gobierno que tiene la desfachatez de hacerlo y para el propio CGPJ, ya que ninguno de sus vocales se manifestó públicamente en contra de tales formas.
P. ¿Para cuándo una decisión sobre la presidencia?
R. Difícil que pueda vaticinarlo yo, cuando ni siquiera lo saben quienes tienen que tomar la decisión. Un reflejo más de ese estrecho marcaje al que se someten los vocales del Consejo y de esa consideración, que tienen unos y otros, de que un presidente amigo puede promover determinadas cosas y no otras.
P. ¿No es cierto?
R. Los cambios nunca son tan grandes como muchas veces se tiende a pensar. Las cosas importantes, las estructurales, requieren de mucho tiempo para su modificación. Ocurre igual que con el Gobierno vasco.
P. ¿Se puede prolongar en exceso la designación?
R. Lo que se tarde en acordar el cambio de cromos entre todos los puestos que entran en juego junto a la presidencia del Superior vasco. Espero que no se alargue demasiado en el tiempo y que tampoco haya que recurrir a un tercer proceso de votación. Supondría un enorme descrédito para el Consejo. Tendrán que abogar por un candidato de consenso. No cabe otra cosa.
Trayectoria
Nacida en Tolosa en 1960, Garbiñe Biurrun ejerce en el ámbito judicial desde 1987. Sumaba once años de experiencia en el área de lo Social del Tribunal Superior cuando el pasado 10 de septiembre accedió a la presidencia de la Sala. Se convirtió así en la primera mujer con un cargo de tal reputación en el alto tribunal vasco. Asociada a Jueces para la Democracia, es euskaldun y miembro de coordinadoras como Gesto por la Paz y Lokarri.
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