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"No se encendió el pueblo porque Dios no quiso"

"Salgo peor de lo que he entrado. Esperaba algo más", afirmó decepcionado el convergente Àngel Ferràs, alcalde de Horta de Sant Joan, tras la comisión seguida en el Parlament por bomberos, agentes rurales y propietarios de fincas calcinadas. El debate vino a confirmar, según Ferràs, la descoordinación que hubo durante la extinción de las llamas. "Lo vivimos en primera persona. Cuando se quema lo del pueblo, se nos quema algo de dentro", lamentó el alcalde describiendo la sensación existente en el pueblo idolatrado por Picasso.

La rabia se ha extendido estos meses en Horta y ayer fue palpable en la Sala 1 del Parlament, donde las comparecencias de Baltasar y Saura fueron seguidas por televisión porque no cabía todo el público en la comisión. La sesión se siguió en medio de un silencio sepulcral, pero eso no impidió que Baltasar fuera abucheado cuando habló de los trámites para abrir una mina de bauxita en el parque de Els Ports o cuando Saura mencionó algo que dijo que pasó desapercibido: que los bomberos salvaron a Horta del fuego.

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"Durante el incendio no había ningún responsable. No se encendió Horta porque Dios no quiso", dijo el pastor Lluís Gil, vecino del municipio, que le dio la razón a Saura en este extremo. Gil aún no entiende por qué Medio Ambiente defendió hasta hace bien poco la teoría del rayo pese a que él vio que el fuego se originó en el pinar de Don Pedro con un montón de leña. "Lo comuniqué a los agentes rurales: no me hicieron caso", lamentó. "Me gustaría saber quién es el responsable de esa descoordinación y por qué los bomberos estaban controlando un peñasco. Si nos hubiesen preguntado, no les habría dejado ir".

"¡Todo el mundo sabía en Horta que el fuego no empezó por un rayo!", afirmó Emma Masferrer, dueña de la finca Mas d'Andill, que ya vio "clarísima" la descoordinación durante el incendio tras ser controlado en un primer momento. "En la Terra Alta suele levantarse el viento a mediodía", aseguró indignada porque cree que no se evitó que el fuego prendiera otra vez. "Y ahora quieren abrir una mina pese a que hay un montón de dictámenes en contra. Pero yo si quiero plantar romero debo pedir permiso a Medio Ambiente", añadió enojada. "Esa mina es un pecado mortal. Todo el pueblo está en contra", abundó Josep Maria Monsó, dueño de la finca La Bellida, que quedó arrasada por el fuego. Calcula las pérdidas en 170.000 euros y recibir una ayuda de 4.000. Su diagnóstico es contundente. "¡Claro que se confiaron!", exclamó Monsó sobre la dirección de la extinción, y pidió a la Generalitat que mime una zona desolada.

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