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Entrevista:UNO DE LOS SUPERVIVIENTES | Catástrofe en Haití

"He pasado cuatro días llorando"

Rebeca Carranco

En el taxi viajaban Xavier Rabat y unos amigos, cuando el camión cisterna de delante empezó a moverse. "La calle se llenó de un polvo blanquecino y la pared que tenía a mi derecha se cayó", recuerda. Al taxista le dio tiempo de hacer una llamada. Habló unos segundos y el teléfono se cortó. El hombre salió corriendo del coche. Y Xavier tras él. "Pensaba que iba a hacer una locura", recuerda. Se acababa de enterar de que su familia había muerto en el terremoto. "Desde entonces tengo la sensación de que todo se mueve", lamenta Xavier. "He pasado cuatro días llorando", añade.

Este hombre de 36 años originario de Olot (Girona), viajó a Haití para casarse con su pareja. Tenía día el miércoles, pero no pudo ser.

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El desamparo del taxista es el ejemplo que pone para explicar la impotencia y el alcance de la tragedia. "Estaba todo destruido, la gente corría por las calles. Un caos impresionante", relató ayer este técnico en maquinaria industrial desde el aeropuerto de Santo Domingo, donde quería cambiar su billete de vuelta.

Xavier estuvo desde el martes hasta el viernes en Pétionville, un suburbio de Puerto Príncipe. Su intención es volver cuanto antes, acompañado de su esposa, la madrina de boda y las hijas de ambas. Todos están en la República Dominicana. Pero las crías no tienen pasaporte. "Nos dicen que tenemos que tramitarlo en Haití, pero allí no hay nada", lamenta, sin perder la esperanza de que la Embajada encuentre una solución. "Ellas me han ayudado a salvar la vida".

Recuerda que tras el terremoto tardaron cinco horas en recorrer los 15 kilómetros que les separaban de su casa. La mayor parte de la vivienda estaba en el suelo. Xavier pasó cuatro días durmiendo al raso. "Te recomendaban que te quedaras en la calle, por si había otro movimiento". De día la gente se relajaba, pero por la noche había temor a las réplicas. Como pasó el mismo del martes. Duró tres segundos. "Todos juntos hicimos una piña en medio de la calle y esperamos que cayese lo que faltaba por caer", recuerda. Pero no cayó nada más.

"Nos enterábamos de lo que pasaba a través de una radio a pilas que teníamos", explica. El municipio estaba sin agua, sin luz, sin teléfono, sin comunicación y sin gasolina. El miércoles entraron a las viviendas por primera vez. Daba miedo. "Si soplaba un poco de viento, la casa se movía", recuerda. Pero al menos no faltaba comida. Había mangos, patatas y arroz y cada uno aportaba lo que podía. "A partir del jueves, la cosa empeoró. Los hospitales estaban llenos. La gente acudía y les pedían que volviesen más tarde". Xavier explica que las calles olían mal, servían para hacer vida, para defecar, para que esperasen la ayuda los heridos...

El catalán permaneció incomunicado hasta el jueves por la tarde, cuando dio con un Guardia Civil que iba en un convoy de las Naciones Unidas. "Iba pidiendo gasolina, de un coche a otro, y topé con él". La conversación duró 30 segundos. Lo justo para escribirle en un papel el teléfono de sus amigos para avisar de que estaba bien. Ellos en España ya habían dado la alerta. El viernes, cruzó la frontera junto a las cuatro mujeres. Está bien, insiste. Y pide por los demás: "Yo vuelvo y tengo todo. No he perdido absolutamente nada. Pero ellos no. Su vida está ahí y no tienen opciones".

Xavier Rabat, uno de los supervivientes del terremoto de Haití.
Xavier Rabat, uno de los supervivientes del terremoto de Haití.ACN

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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