Stop, arquitectura: pare y mire hacia arriba
01 Edificio Metrópolis (1906-1910). Alcalá, 39.
Fue uno de los primeros edificios construidos en hormigón, pero los arquitectos franceses Jules y Reymond Fevrier disimularon este rasgo de modernidad con una lujosa ornamentación.
02 Edificio Grassy (1916-1917). Gran Vía, 1.
Dos templetes neorrenacentistas coronan este ecléctico edificio concebido por Eladio Laredo y Carranza para viviendas y oficinas. Desde 1952 aloja la joyería Grassy con su museo de relojes. Y en el primer piso, el restaurante con shows drag Gula Gula.
03 Museo Chicote (1931). Gran Vía 12.
Un letrero, dos ventanales y una puerta giratoria. Luis Gutiérrez Soto no necesitó más para crear un emblema de racionalismo. Tras la barra, Pedro Chicote sirvió copas a Ava Gardner y a Hemingway.
04 Casino Militar (1914-1916). Gran Vía, 13.
Fue creado para el recreo de los oficiales del ejército (función que sigue cumpliendo) por Eduardo Sánchez Eznarriaga. El toque contemporáneo lo pone la espectacular marquesina de hierro y cristal sobre el chaflán de entrada.
05 Oratorio de Caballero de Gracia (1782-1794). Gran Vía, 17.
La fachada más rara de la Gran Vía es en realidad la trasera de una iglesia proyectada por Juan de Villanueva. El ábside del XVIII se cubrió en el XX con un arco del triunfo que lo alinea con los edificios colindantes. -
06 Edificio Telefónica (1925-1929). Gran Vía, 28.
Proyectado a medias entre Ignacio Cárdenas y el arquitecto americano Lewis S. Weeks, combina una estructura rascacielesca con detalles neobarrocos. Durante años fue el más alto de la ciudad (89 metros), y como tal, objetivo de las bombas durante la guerra.
07 Edificio Matesanz (1919-1923). Gran Vía, 27.
Antonio Palacios, autor del Círculo de Bellas Artes o del Palacio de las Comunicaciones, realizó unos de los primeros edificios puramente comerciales (sin viviendas) inspirándose en la Escuela de Chicago.
08 Palacio de la Música (1924-1928). Gran Vía, 35.
Sólo se puede contemplar su fachada clasicista, porque el espectacular cine de Secundino Zuazo lleva años cerrado. Lo compró Caja Madrid, quien proyecta abrir un auditorio en 2011.
09 Cine Callao (1926-1927). Plaza del Callao, 2.
Luis Gutiérrez Soto imaginó un faro anunciador para su cine, al que coronó con un torreón que se iluminaba. Por dentro, la enorme sala se decoró profusamente con dorados entre el art déco y el neobarroquismo. Afortunadamente, sigue proyectando películas.
10 Palacio de la Prensa (1924-1928). Gran Vía, 46.
Otro de los pocos cines que siguen abiertos y con carteles pintados a mano sobre su fachada. Además de viviendas y oficinas para la Asociación de la Prensa, Pedro Muguruza incluyó un café concierto convertido hoy en la nada zen discoteca Ohm.
11 Edificio Capitol (1931-1933). Gran Vía, 41.
Los jovencísimos Luis Martínez Feduchi y Vicente Eced se atrevieron a proyectar un osado barco expresionista que lleva casi 80 años siendo moderno. El luminoso de su fachada es, probablemente, lo más fotografiado de la ciudad. Detrás, un hotel y un cine.
12 Antiguas Viviendas del Banco Hispano de la Edificación (1930). Gran Vía, 60.
Su fachada fue reconstruida tras la guerra por Casto Fernández-Shaw, quien con mano futurista la llenó de círculos luminosos. Imprescindible contemplar, en lo alto, la escultura de un hombre sujetando una arquitectura de Victorio Macho (en El Retiro, su monumento a Benavente sujeta de igual forma una máscara teatral).
13 Teatro Coliseum (1931-1933). Gran Vía, 78.
El Maestro Guerrero, famoso compositor, financió esta obra de Muguruza y Fernández-Shaw que empezó como teatro versátil, se convirtió en cine y ha vuelto a ser teatro gracias al reciente éxito de los musicales.
14 Edificio España (1947-1953). Gran Vía, 86-88.
Ejemplo del desarrollismo con el que Franco quería entrar en la era de los rascacielos. El banco Santander, actual propietario, decidió parar la obra de remodelación, por lo que la maciza fachada, bicolor y algo barroca, de los hermanos Otamendi lleva años cubierta por un andamio.
15 Torre de Madrid (1954-1960). Plaza de España, 18.
La hermana pequeña del Edificio España (proyectada también por Julián Otamendi) superó a éste en altura. Fue atalaya madrileña hasta los años ochenta. Hoy, su elegante verticalidad se encuentra medio vacía por culpa de la burbuja inmobiliaria.
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