Una cumbre más
Estoy absolutamente consternado por la falta de resultados de la cumbre de Copenhague, y también por el encarcelamiento de los activistas de Greenpeace que osaron pedir a los líderes mundiales, perdidos en su propio lujo, que actuaran contra el cambio climático. Dinamarca, considerada un Estado moderno, está actuando en esta ocasión como un Estado dictatorial, y sus dirigentes parecen haberse olvidado de que deben estar al servicio de los ciudadanos y no para vengarse de su honor mancillado. ¿Serían capaces de meter en la cárcel al niño del cuento que osó decir que el rey estaba desnudo? ¿A cuántos años de cárcel habría que condenar a los líderes que están llevando a la Tierra a una degradación irreversible?- Manuel Calbet. Cardedeu, Barcelona.
Una vez más se pone en evidencia los beneficios y las carencias de una nueva cumbre. Nos hace reflexionar sobre la necesidad imperiosa de tomar conciencia de las limitaciones y de las penurias a las que se ve abocada una gran parte de la humanidad.
El hecho de tener conocimiento de los problemas que compartimos, no conlleva necesariamente la toma de decisiones acertadas, ni la imprescindible necesidad de la concienciación de los seres humanos del serio problema de los recursos tan limitados de un planeta, que al igual que gran parte de la humanidad, tiene fecha de caducidad. ¿Qué tal si obviamos tanta ceremonia y alfombras rojas y nos dedicamos a solucionar los daños irreparables que ya tenemos sobre la mesa? Que se firmen y se rubriquen nuevos acuerdos y, lo más importante, que se cumplan dichos acuerdos. Las generaciones venideras, si tienen oportunidad, nos lo agradecerán.
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