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La crisis griega fractura el Pasok

Analistas y sindicalistas pronostican nuevos conflictos sociales

María Antonia Sánchez-Vallejo

Cuando el primer ministro griego, George Papandreu, prometió transparencia en las acciones de Gobierno al jurar su cargo no imaginaba hasta dónde iba a llegar la exposición al ojo público. "Nos juzgan, el mundo nos está mirando con lupa", recordó el lunes a sus ministros, reunidos para debatir un paquete de medidas económicas que saquen a Grecia de la crisis. El aterrizaje de Papandreu en la realidad tras la abrumadora victoria electoral del pasado 4 de octubre no ha podido ser más brusco: tres agencias de calificación crediticia han alertado de los riesgos de insolvencia de las finanzas griegas. Tras unos años plagados de incendios, revueltas juveniles y esporádicas explosiones de violencia, y en medio de semejante crisis, ¿cuál puede ser la próxima víctima del marasmo griego? ¿Una crisis de Gobierno? ¿La paz social?

"La clase media será la más perjudicada por los recortes", dice un sociólogo
"Veremos muchas manifestaciones y huelgas", augura una profesora

Dos propuestas irreconciliables definen la aproximación del Gobierno del Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok) a la crisis: medidas inmediatas o paciencia. La bancarrota ha provocado ya la primera fractura en el Ejecutivo: Yorgos Papakonstantinu, ministro de Finanzas, sugiere medidas urgentes y pragmáticas, frente a su colega Luka Katselli, ministra de Economía y Competitividad, partidaria de esperar a ver la luz al final del túnel. Más allá de las propuestas concretas, el pulso entre ambos revela la distancia que separa a los ministros tecnócratas -muchos de ellos, novatos en tareas de Gobierno- de los peones del partido. Papakonstantinu, uno de los hombres más cercanos a Papandreu, es un economista formado en la London School of Economics; Katselli representa el aparato, la cuota del Pasok en un Gobierno bendecido por la mayoría absoluta en el Parlamento, por ahora su única baza.

La adopción de medidas impopulares frena hasta la parálisis al Gobierno. Frente a las reformas estructurales, opta por los parches (los hospitales públicos pagarán antes de fin de año 1.200 millones de euros a sus proveedores, la mayoría acreedores desde 2005); aparcados los proyectos estrella (el liderazgo regional en los Balcanes y la economía verde, emblema del programa electoral socialista), el Ejecutivo titubea ante la conveniencia de imponer un recorte a los complementos salariales que reciben los funcionarios (1 de cada 10 trabajadores griegos) o de congelar los sueldos que superen los 2.000 euros al mes, dos de las propuestas que se han barajado.

"La clase media va a ser la más perjudicada, porque no queda otra salida que plegarnos a las demandas de la UE", afirma por teléfono desde Atenas el sociólogo Konstantinos Tsoukalas. Además, "la masa crítica de descontentos, formada por anarconosequés, jóvenes, parados, inmigrantes, etcétera, es cada vez mayor, así que el estallido de nuevos conflictos es inevitable. No tienen por qué ser violentos, pero la desesperación se ha instalado, las soluciones no son para mañana y es muy difícil ser optimista", añade el sociólogo.

Grecia ha experimentado en los últimos años un deterioro en caída libre. "La falta de credibilidad del Estado, el fiasco de las instituciones públicas (justicia, educación, sanidad), el aumento del paro y la falta de perspectivas laborales han instalado a los jóvenes en el pesimismo. La violencia urbana del año pasado fue sólo una manifestación de una crisis mucho más profunda", explica Tsoukalas.

Síntoma de ese malestar puede ser, por ejemplo, el racismo rampante en la opinión pública: en sólo una quincena de años, Grecia ha pasado de ser el país menos racista de la UE a situarse en el otro extremo, según el Eurobarómetro. "Esto es una novedad, Grecia ha pasado en muy poco tiempo de producir emigrantes a recibirlos, y eso implica distorsiones ideológicas difíciles de digerir. En una situación de crisis es normal que se les considere chivos expiatorios, y que se genere violencia intercomunitaria", subraya Tsoukalas.

"El Pasok llegó al Gobierno lleno de buenas intenciones, y a las primeras de cambio ya está a la gresca. Eso supone un despilfarro de energías. Puede que este pulso interno, que a mi juicio no ha hecho más que empezar, nos conduzca al Pasok del siglo XXI, liberándolo de vicios añejos, pero nos podemos quedar por el camino si no afrontamos ya la crisis", afirma un alto funcionario del Ministerio de Economía que exige el anonimato.

"La situación es un drama", resume Angueliki Faturu, dirigente del sindicato de profesores Olme (izquierda) que pronostica un estallido social en los primeros meses de 2010. "Miles de griegos se quedan cada mes sin trabajo, y las medidas económicas del Gobierno van a golpear más si cabe a la clase trabajadora. Papandreu quiere hacer caja como sea, mediante una política impositiva más severa o el recorte del gasto público en un 10%, sin que ninguna de esas medidas revierta directamente en quien más lo necesita. Tengo la impresión de que en febrero, si no antes, veremos muchas huelgas y manifestaciones", apunta la sindicalista.

El primer ministro George Papandreu, el miércoles en el Parlamento.
El primer ministro George Papandreu, el miércoles en el Parlamento.AFP

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