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Reportaje:SI LOS EDIFICIOS HABLASEN

Un bloque con chispa ecológica

Coca-Cola inaugura una sede que opta a la máxima certificación medioambiental

Patricia Gosálvez

Sólo un valiente se ha atrevido a ir a trabajar en bici con este frío. El bici-parking está prácticamente vacío, pero está. Es uno de los compromisos ecológicos de la nueva sede de Coca-Cola en el Campo de las Naciones. El edificio opta al certificado LEED (Líder en Eficiencia Energética y Diseño sostenible) otorgado por el Consejo de Construcción Verde de Estados Unidos. La certificación voluntaria funciona con un sistema de puntos y, como en los Juegos Olímpicos, hay categorías: plata, oro, platino... Coca-Cola aspira al oro.

"El sello es muy riguroso, no cabe picaresca", explica el arquitecto Chema de Lapuerta de DL + A, al que por primera vez un cliente pidió que cumpliese los requisitos LEED. "He aprendido mucho", dice, "te exigen cosas como que la piedra sea de un proveedor cercano para que transportarla contamine menos". Una sede verde elevaba el presupuesto un 15%, pero el dinero no era problema.

Tiene captadores solares, reciclado de aguas y luz natural en los sótanos

"La sostenibilidad no es necesariamente cara", dice el arquitecto, "un árbol de hoja caduca, que da sombra en verano y deja pasar la luz en invierno, es el mejor regulador térmico que existe, y orientar bien un edificio sale gratis, eso sí, luego, en gadgets tecnológicos te puedes gastar lo que quieras".

Coca-Cola no escatimó. Entre la tecnología del edificio, lo más chulo son los captadores solares de fibra óptica (instalación: 100.00 euros). Los empleados los llaman "los girasoles". Hay cuatro junto a la cancha de baloncesto. Paneles con 64 lupas que se mueven buscando el sol. Cada una está conectada a un cable de fibra óptica, que es un juego de espejos microscópicos. Las lupas concentran la luz que viaja por el cable y sale por bombillas en una sala de reuniones sin ventanas. Como no hay electricidad de por medio, en realidad no son bombillas sino más bien ventanas a distancia.

Las oficinas también tienen "periscopios" (claraboyas con espejos que llevan luz natural a los sótanos), un sistema de aire acondicionado de baja intensidad que va por el suelo, baños presenciales (con detectores de movimiento), paneles solares y fotovoltaicos... Las aguas grises (de la lluvia y los lavabos) se reutilizan en las cisternas y el riego, los coches híbridos tienen plazas preferentes en el garaje y hay una lanzadera que lleva a los 248 empleados gratis hasta el metro. Toda la madera está certificada por la Forest Stewarship Council (FSC) que hace un seguimiento del árbol desde que se tala en un bosque sostenible hasta que acaba siendo una mesa reciclada. Ninguna mueblería española tenía el sello FSC, pero cuando Coca-Cola ofreció su encargo, se pusieron las pilas.

"Coca-Cola es un altavoz, una compañía a la que otras imitan", explica Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF Adena, la ONG ecologista a la que consultó la marca. "Una empresa que presume de liderazgo no puede hacer un edificio del siglo XX, bonito, pero ineficiente". ¿Cuánto hay de marketing en todo esto? "Es cierto que suelen entrar en lo verde por imagen", admite Del Olmo, "pero con el tiempo el lavado de cara genera unos compromisos con accionistas y clientes, y ya no hay vuelta atrás posible". "Por eso hay que sentarse a hablar con el enemigo; las corporaciones son un agente de cambio". Un cambio que se pelea en las calles de Copenhague, pero también en decisiones cotidianas como qué plantas poner en los parterres de un edificio de oficinas.

El arquitecto cuenta que la única renuncia estética fue sustituir un jardín espectacular, por otro con especies locales de bajo consumo: "Lo hicimos con una sonrisa, porque tenía sentido". Desde el principio imaginaron una sede "sencilla y exacta", sin concesiones a las modas. "Coca-Cola nos sobrevivirá", dice De Lapuerta. La única fruslería del sobrio edificio es su fachada sur, una angulosa doble piel de cristal que, dependiendo de la temporada, conserva el calor o el fresco. No es rojo Coca-Cola, sino verde pino.

El nuevo edificio sostenible de la compañía Coca-Cola, en la calle Ribera del Loira, junto a la M-40.
Alzado del edificio, obra del estudio de arquitectura DL+A.
El nuevo edificio sostenible de la compañía Coca-Cola, en la calle Ribera del Loira, junto a la M-40. Alzado del edificio, obra del estudio de arquitectura DL+A.LUIS SEVILLANO

Edificio Coca-Cola

- Autor. Estudio DL + A.

- Obra. 2006 - 2009.

- Estilo. Sostenible.

- Ubicación. Ribera del Loira, 20.

- Función. Oficinas.

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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