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Un hombre podrá ver a sus hijos pese a haber matado a la madre

El Tribunal Supremo confirmó ayer la condena a 23 años de prisión a un hombre por matar a su mujer, que en octubre de 2008 había fijado la Audiencia Provincial de Sevilla. Sin embargo, rechazó imponerle el alejamiento de sus dos hijos al estimar que les profesa afecto, ya que evitó que los menores presenciaran el crimen cometido.

La resolución de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo explica que, a pesar de la "horrenda acción" cometida contra la madre, se advierte en el padre "el afecto que a éstos [a los niños] personalmente aún les profesa". Argumenta que el condenado retiró al hijo de la habitación del crimen antes de cometerlo. Y añade que, tras matar a la mujer, llamó a su hermana para "pedirle que fuera a recoger a los menores para evitar su presencia en un escenario tan dramático para ellos".

El razonamiento en la sentencia es éste: "Resulta evidente la ausencia de fundamento para acordar una pena accesoria que no persigue otra finalidad que la de la cautelosa protección de la víctima o de sus familiares frente a la animosidad que contra ellos pudiera aún mantener el autor del delito o, todo lo más, para evitar a aquellas el traumático encuentro con su agresor".

43 puñaladas

En la noche del 4 de febrero de 2006 Rafael S., funcionario de prisiones, discutió con su mujer en la vivienda en la que residían en San José de la Rinconada (Sevilla). Según señala la sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado José Manuel Maza, el procesado entró en el dormitorio en el que dormían su mujer y su hijo, al que trasladó a la habitación de su hija.

Después, se colocó a horcajadas sobre su esposa -que dormía boca arriba- y la golpeó con una figura de bronce. En ese momento ella despertó y recibió 43 puñaladas. Los magistrados de la Sala de lo Penal consideran probadas "las intenciones vengativas" del asesino, la alevosía y el ensañamiento por el número de cuchilladas y por estar "dirigidas a zonas tan significativas como los genitales, a la que su agresor atribuía una conducta de infidelidad".

La Audiencia Provincial de Sevilla condenó al acusado a 23 años de prisión y le prohibió residir en San José de la Rinconada durante más de diez años, así como a indemnizar a sus dos hijos con 200.000 euros, lo que confirma el Supremo.

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