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PUES NO ESTOY MUY SEGURO
Columna
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El fútbol y el Estatut

Juan Cruz

La verdad es que los políticos tendrían que aprender del fútbol. Y no lo hacen porque no les interesa.

Veamos. Cuando un futbolista, que gana millones (el que gana millones), es condenado por un árbitro (Manuel Vicent dice que los árbitros suelen ser oficinistas que pitando se ganan un sobresueldo), el multimillonario guarda silencio, se va al vestuario si lo expulsan o aguanta un penalti. Y se acabó.

En la política eso no sucede. Ahora hay un enorme debate sobre el Estatut (el catalán). Después de años de marearlo, parece que el niño saldrá No, o en gran parte será negativo para lo que las fuerzas vivas (o durmientes) de la política catalana habían soñado. En realidad, lo había soñado sobre todo la política catalana, porque cuando ésta le ofreció a los catalanes la posibilidad de compartir el sueño, muchos votantes se quedaron en sus casas. Esto de la interpretación de los sueños fue cosa de Freud, pero la heredaron los políticos. Tienen un sueño, lo ponen en un papel y ya dicen que el sueño es de todo el mundo.

Ahora resulta que ese sueño de los políticos que hicieron el Estatut puede ser lesionado en algunas partes por las decisiones del Tribunal Constitucional. En el fútbol esto sería lo normal: se cometen faltas, el árbitro las ve y las pita. Hace una semana le pitaron al Atlético de Madrid un penalti injusto. Un indignado Agüero se quiso comer al árbitro; pero un constitucionalista del fútbol, Quique Sánchez Flores, le hizo con su mano un bozal. El árbitro es tan soberano que hasta puede subvertir la realidad, y no pasa nada. Por ejemplo, Thierry Henry, el elegante futbolista del Barça, agarró un balón con la mano y se lo puso a los pies de uno de sus compañeros de la selección francesa, que con buena fortuna marcó un gol que eliminó a Irlanda del futuro campeonato del mundo. El árbitro dijo no haberlo visto. Vio otra realidad.

¿Qué sucede para que se respeten las reglas del fútbol y no se respeten las reglas constitucionales? Dicen, que la alineación del equipo constitucional no es la adecuada. ¿Debemos creer que los jueces del Constitucional actúan no ateniéndose a las leyes, sino a las leyes de la política? ¿No estudian las leyes en los mismos libros?

En fin. Les vendría bien, a los políticos, y a los constitucionalistas, y a los jueces, leer los reglamentos del fútbol y ver algunos partidos. Por ejemplo, el de hoy, que enfrenta a Barcelona con Madrid. Será más fácil dirimir esta disputa que dirimir el Estatut. Y no tendría que ser tan difícil entender que no es tan malo que haya un árbitro al que darle la razón, aunque indignen sus decisiones porque van en contra del sueño de que gane nuestro equipo.

Matt
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