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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Temeraria valentía

"Hace apenas unos minutos, este humilde cronista ha presenciado la más sublime fusión entre danza y poesía que jamás...", teclea en su máquina de escribir el crítico de danza de un gran periódico chileno, inmerso en la ficción de El baile de la victoria, la nueva película de Fernando Trueba, alejado de la ficción desde hace siete años, desde El embrujo de Shanghai. Este otro cronista, sin embargo, no va a poder escribir nada semejante a pesar de que las intenciones de Trueba parecen ir en esa misma onda de fundir artes, de unir poesía y cine, de romper con los códigos del melodrama y de la puesta en escena, de lanzarse al mar de los sentimientos, quizá sin flotador.

Si a una huérfana de represaliados por la dictadura chilena se le añade su condición de muda y sus habilidades como bailarina, da la impresión de que en algún momento es necesario frenar, al menos visualmente, la catarata de peculiaridades expuestas en un mismo sentido, el de la delicadeza que, por acumulación, puede sobrevenir en cursilería. Pero no, Trueba decide acompañar algunas de sus secuencias con doradas puestas de sol, con cielos estrellados, con la supuestamente reparadora nieve, con la presencia de un anacrónico caballo en medio de una gran ciudad. Es sólo un ejemplo. Melodrama romántico con toques de cine negro, de cine político, de realismo mágico, de cine social y de cinta de atracos, El baile de la victoria, basada en la novela de Antonio Skármeta (que ha colaborado en el guión, junto a Fernando y a su hijo Jonás), apela a las emociones, pero casi nunca llega a encontrarlas. De fondo, la corrupción financiera de la maldita etapa de Augusto Pinochet y el asesinato de disidentes políticos. ¿Demasiadas cosas en una misma película? Nunca es demasiado si todo, mucho o bastante acaban funcionando. Aquí no. Trueba, que en otro tiempo logró películas hermosas, medidas dentro de un orden, intenta imponer su sello, que se note la presencia del director, en demasiadas secuencias: zooms a destiempo, reiteraciones de texto (las apariciones del enano en los flash-backs), la innecesaria verbalización de los pensamientos en off de Ricardo Darín y Ariadna Gil en la secuencia de su reencuentro... Este crítico sólo recuerda una aportación que le conmoviera en toda la película: la ilustración de los fotomatones de los padres asesinados.

EL BAILE DE LA VICTORIA

Dirección: Fernando Trueba. Intérpretes: Ricardo Darín, Abel Ayala, Miranda Bodenhofer, Ariadna Gil.

Género: melodrama. España, 2009. Duración: 125 minutos.

La película, pese a ser otro gran trabajo de Darín, se desmorona
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Cuando no se añaden elementos artísticos y técnicos llamativos a una puesta en escena, se puede ser simplemente clásico, incluso plúmbeo o seco. También se puede caer en el convencionalismo o en el academicismo, pero normalmente no se resta. Cuando se intenta sumar todo el tiempo con aportaciones de autor, pero éstas no añaden valores, se termina restando. Es el riesgo. Y entonces la película, a pesar de otro gran trabajo de Darín, capaz de hacer verosímil cualquier frase, se desmorona poco a poco.

Abel Ayala (a la izquierda) y Ricardo Darín, en <i>El baile de la victoria. </i>
Abel Ayala (a la izquierda) y Ricardo Darín, en El baile de la victoria.

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