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Reportaje:La liberación del 'Alakrana'

"Gracias a ellas estamos vivos"

Bermeo celebra la noticia y los marineros agradecen la actuación de sus esposas

El sonido de la sirena de la cofradía de pescadores de la localidad vizcaína de Bermeo rompió ayer el amargo y lento discurrir de los días, vacíos de noticias alentadoras sobre los tripulantes del Alakrana, siete de ellos vascos. El simbólico aviso que anunciaba la liberación de los marineros resonó en cada rincón de la localidad, cuyas fachadas y balcones aún estaban repletas de pañuelos arrantzales -de cuadros azules y blancos-, colocados días atrás en señal de solidaridad con las víctimas del secuestro. Una llamada de la empresa armadora del Alakrana, Echebastar Fleet, poco antes de la comparecencia del presidente José Luis Rodríguez Zapatero en televisión confirmó la buena noticia a los familiares, que pasaron una angustiosa mañana plagada de rumores y especulaciones.

Uno de los pescadores arrastra un cólico nefrítico desde hace días
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"Hoy es un día especial, de celebración", comentó emocionada Argi Galbarriatu, hermana del capitán del atunero, Iker, al inicio de la improvisada rueda de prensa que algunos familiares dieron a primera hora de la tarde en el Ayuntamiento de Bermeo junto al alcalde, Xabier Legarreta. Apenas una hora antes había podido hablar con su hermano, quien le dijo que se sentían "aliviados", aunque no estaban "muy animados" porque la noticia les había pillado "por sorpresa" y aún "no se creían" que fueran libres. No dio más detalles de su cautiverio porque las llamadas debían ser breves. Sólo había una línea telefónica para todos, según contó Olga Torre, esposa del jefe de máquinas, Víctor Bilbao, quien tampoco se detuvo en los pormenores del secuestro porque "sólo quería sacar a los hombres lo más rápido posible de allí".

Dentro de la lógica "alegría" por la liberación de su marido, uno de los engrasadores del Alakrana, Gaizka Iturbe, María Ángeles Jiménez, estaba muy preocupada por la salud del marinero. Pudo hablar con él sobre las cinco y media de la tarde y le comunicó que arrastra un cólico nefrítico desde hace días. "Ha estado sin agua ni medicamentos. Está mal. Le ha examinado la doctora de la fragata, pero no me voy a quedar tranquila hasta que le vean aquí", explicó a EL PAÍS. Pese a todo, Gaizka, de 45 años, quiso agradecerle todo su apoyo a su esposa y transmitirle el sentir de sus compañeros. "Gracias a nuestras mujeres estamos vivos", le dijo emocionado antes de colgar.

En principio, los familiares, muy impacientes por volver a abrazar a sus allegados, no tienen previsto organizar ningún recibimiento especial a los tripulantes porque, según explicó Argi, ellos "no tendrán muchas ganas, sólo querrán llegar a casa y encontrarse con sus familiares. Lo primero será acogerles en casa y darles cariño. No nos lo vamos a creer cuando les veamos. Serán unas Navidades especiales", apuntó.

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Respecto al silencio que todos los allegados de los tripulantes mantuvieron después de su reunión en Madrid con el presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes, la hermana del capitán explicó que quisieron dejar trabajar a los negociadores del Gobierno, quienes finalmente "han cumplido el último plazo que les dimos".

El alcalde del municipio, por su parte, se limitó a señalar que "por fin el infierno" había acabado. Sin embargo, advirtió que "mañana-por hoy- llegarán las "valoraciones políticas". Por su parte, las instituciones vascas también mostraron su satisfacción por el fin del secuestro.

Tras la rueda de prensa, varios familiares retiraron del balcón del ayuntamiento la gran pancarta que reclamaba la liberación de los arrantzales y el calendario que contaba los días de secuestro. Un grupo de vecinos allí congregado arrancó a aplaudir. "En este pueblo todos somos sus familias desde que fueron secuestrados. Por fin se ha acabado todo", sollozaba muy emocionada Mercedes Telletxea.

María Ángeles, esposa de Gaizka Iturbe, abraza a un familiar.
María Ángeles, esposa de Gaizka Iturbe, abraza a un familiar.T. BERRUEZO

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