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Con la casa en las calles catalanas y el hogar en Rumania

2.500 gitanos rumanos encuentran refugio en el espacio público

El partido empieza a las 15.30. A esa hora la plaza de Camarón de la Isla, en el barrio de Sant Roc de Badalona, se queda vacía. Los gitanos rumanos que charlan sentados en los bancos se preparan para darlo todo en el campo de juego. Algunos se quitan la camiseta. Otros corren detrás de la pelota sin soltar el pitillo de los dedos. "Así se divierten y se olvidan de que no tienen trabajo", dice comprensiva Rebeca (nombre falso), la novia de uno de los jugadores.

Cataluña tiene un censo aproximado de 2.500 gitanos rumanos, que tratan de ganarse la vida ejerciendo en la vía pública los más diversos empleos, desde la mendicidad a la prostitución, pasando por la recogida de chatarra o la venta de pañuelos. Estos datos se desprenden de un análisis realizado por Miguel Pajares, antropólogo social y profesor de la Universidad de Barcelona, en un debate celebrado el viernes pasado en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. De los 12 jugadores del partido, ninguno tiene papeles ni trabajo. "Hace dos años estaba en una obra de Santa Coloma de Gramenet", explica el defensa Luciano, de 21 años, "pero ahora sólo recojo chatarra". Como casi todos, se fue de Rumania cuando cumplió los 18 para "ganar mucho dinero" y mandarlo a su familia. Hoy sólo aspira a tener lo justo para volver a su casa y poder mantenerse sin ayuda de sus padres. "Aquí me siento muy solo y, sin trabajo, ya no tiene sentido quedarme en España".

En Cataluña los inmigrantes gitanos se han concentrado en determinadas áreas de la ciudad de Badalona, convertida en la Bucarest catalana, desde donde todos los días suelen partir hacia Barcelona para tratar de ganarse la vida en la economía callejera. Sin embargo, esta comunidad ha empezado a disminuir en los últimos meses como consecuencia de la crisis económica, subraya Lia Opris, una trabajadora social que hace de mediadora con este colectivo en el Consorcio de Barcelona Sur. "Muchos de estos mendicantes gitanos tratan ahora de establecerse en otras ciudades europeas, especialmente en Londres", recalcó en el debate sobre la comunidad rumana, incluido en un ciclo titulado Origens, cuyos protagonistas son las ciudades y los países de los que han partido los inmigrantes que viven ahora en Cataluña. Los gitanos rumanos proceden en gran parte de Tandarei, en la provincia de Lalomita, de donde les obligaron a huir las persecuciones de las autoridades a principios de los años noventa, aseguró Miguel Pajares.

Como dice Ilie, en la cancha de Sant Roc juega "Rumania contra Rumania". Es el portero del equipo perdedor, pero a pesar del 4-1 no da nada por perdido. Vive en Santa Coloma con amigos y desde que llegó a España, hace dos años, trabaja en la construcción "algunos días". Pero los trabajos esporádicos se han quedado prácticamente en nada, así que por las mañanas sale a buscar chatarra con sus compañeros y por la tarde juega al fútbol. A pesar de las dificultades y a diferencia de su amigo Luciano, no quiere probar suerte en otras ciudades ni regresar a su país.El novio de Rebeca tampoco quiere irse, pero no se olvida de Rumania. La tiene grabada en el brazo izquierdo. Cuando su chica se fue a España en busca de un futuro mejor, pasó los peores meses de su vida. "Se hizo muchos cortes con un cuchillo porque me quiere y me echaba de menos", explica ella sin inmutarse. Esas cicatrices son lo único que le queda a Nico (nombre falso) de su pasado en Rumania. Con sólo 23 años era empresario de la construcción. Las cosas le iban bien. "Pero me faltaba ella", confiesa. Hace un año aterrizó en Badalona con sus padres, que ahora viven con él y su chica. "Pero yo no soy rumana gitana, ¡eh!, soy rumana rumana", advierte Rebeca.

El colectivo gitano se ha convertido en Cataluña en el sector más visible de la comunidad rumana, distorsionando así, según los participantes del debate, la imagen del resto de sus compatriotas. En realidad, el colectivo rumano está compuesto en su mayoría por profesionales de grado medio y titulados universitarios, algunos de los cuales ejercen como médicos. De hecho, según el último censo, los rumanos en España son ya unos 800.000 -687.733 residentes-. Constituyen así el colectivo extranjero más numeroso y superan por primera vez a los marroquíes. Se calcula que sólo el 3% de estos rumanos pertenecen al colectivo gitano. En Cataluña son menos, unos 90.000. A pesar de ello, las reticencias de los autóctonos son grandes.

Este estigma obligó hace tiempo al Gobierno de Bucarest a difundir -de acuerdo con las autoridades españolas- un vídeo que pretendía tranquilizar a la población autóctona. El lema era: "Hola, soy rumano, juntos hacemos un buen equipo". Estos vídeos se están proyectando ahora por televisión e Internet en diferentes países europeos, entre ellos Italia, donde también se empezaron a establecer los rumanos cuando los países de acogida tradicional, como Alemania, Francia y Bélgica, empezaron a ponerles trabas.

Los que juegan al fútbol en Badalona no tienen queja de sus vecinos catalanes. No se relacionan con ellos y punto. Desde el centro del campo, resoplando tras un gol, Luciano grita: "Sólo queremos trabajar, no problemas".

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