Moderadora Merkel

Tras un decenio de presencia en el Gobierno federal alemán, el partido socialdemócrata (SPD) ha sido sustituido por el liberal (FDP) en el nuevo Gobierno de coalición hegemonizado por la canciller democristiana Angela Merkel, quien anunció ayer su programa. La principal incógnita consistía en hasta qué punto el empuje del FDP y de su rampante ideologismo económico-social abriría una preocupante brecha en la estabilidad de la política económica de la principal potencia europea.

Esa preocupación ha quedado en parte diluida al atribuirse la decisiva cartera de Hacienda a manos democristianas (las del veterano Wolfgang Schäuble); tras pactarse que la rebaja impositiva será cadenciosa en vez de abrupta; y que en otros puntos del programa de gobierno la huella centrista y moderadora de Merkel predomina sobre otros componentes.

Así, los liberales renuncian a la completa desregulación del mercado de trabajo. La Seguridad Social mantendrá la reforma iniciada por el Gobierno anterior, aunque se incorporan toques más liberales en su gestión económica. Y se prolongará la vida de las centrales nucleares cuyo cierre estaba previsto de aquí a 2020, si bien caso por caso. La mejor aportación del FDP está en la política exterior, con una mayor apertura hacia el ingreso de Turquía en la UE.

Pero sin duda el asunto estrella del pacto de Gobierno es la política fiscal y presupuestaria. La CDU-CSU y el FDP han encontrado un punto medio entre sus propuestas de rebaja impositiva (15.000 millones de euros contra 35.000: serán finalmente 24.000), lo que cambia la orientación del Gobierno, pero en un vaivén suave. Especialmente porque se administrará a lo largo de la legislatura, adaptándose al ritmo de recuperación económica desde la crisis, con cirugía fina más que con brocha gorda. Habrá que ver cómo el nuevo Ejecutivo camina sobre el áspero dilema constituido por la necesidad de mantener estímulos fiscales para garantizar el relanzamiento; reducir el impresionante déficit; y rebajar la presión fiscal.

Pero se trata de Alemania, la primera exportadora mundial, que ya va saliendo de la recesión, y cuya alta presión fiscal puede permitir modulaciones prudentes a la baja. Prudencia pues, también, para los aficionados a aplaudir sin matices las novedades procedentes del exterior.