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Reportaje:La polémica por el 'basurazo'

Cinco, contra la tasa de basura

Varios ciudadanos exponen sus quejas por el nuevo impuesto - Vecinos y oposición se rebelan ante lo que consideran un abuso

Daniel Verdú

Se oponen todos los vecinos, los interrogados por este periódico, y los representados por la federación que los agrupa. La rechazan los comerciantes también. Y se moviliza la oposición política, en la calle y en los tribunales, para que se retire. La tasa de basura que el Ayuntamiento ha resucitado y que ha empezado a cobrar ha unido a todo el mundo en su contra. El PSOE, además, ha montado una página web y se ha lanzado a la calle a recoger firmas (llevan 8.000), encabezado por su portavoz, David Lucas, que instauró la misma tasa en Getafe cuando era concejal de Hacienda. Lucas, por cierto, ha prometido que si su partido gobierna la retirarán. Hasta en Facebook hay cuatro grupos con más de 200 miembros que protestan.

La pelea se librará en la calle, los despachos y los tribunales
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La campaña será larga y dura. Si hay algo que puede sublevar la fidelidad de los votantes ahora es que les toquen el bolsillo. "La tasa es imprescindible. No hay dinero. Las urnas dirán", señalan los responsables del nuevo impuesto cuando se les pregunta por el desgaste que pueden sufrir. El concejal de Hacienda, Juan Bravo, esgrime que la deuda no es el motivo de la implantación de la tasa. Lo que destina a pagar los intereses de esos 7.000 millones de euros que los bancos han prestado al Ayuntamiento es un 3,4% de su presupuesto anual. Una cifra, considera, que no reduce la capacidad de movimientos de la institución. El problema, cree, es la escasa financiación que reciben del Gobierno central.

Otros recuerdan el poco efecto que tuvieron todas las movilizaciones antiparquímetros. "Parecía que todo el mundo estaba en contra y luego ganamos en los barrios más beligerantes", señala un concejal del Ayuntamiento.

De este modo, el Consistorio espera recoger unos 166 millones de euros cobrados a 1,5 millones de hogares. La tasa, al margen de inoportuna por las dificultades económicas que atraviesan los españoles, presenta algunas injusticias. El sistema de cobro establece el importe para cada hogar en función del valor catastral del inmueble. Así, pese a que la filosofía del nuevo impuesto es que quien contamina, paga, un piso grande con un solo habitante puede llegar a pagar el triple que un inmueble pequeño con cinco personas que generan mucha más basura. Ciudades que han instaurado esta tasa han resuelto el problema tomando como referencia el consumo de agua. Madrid considera que el Supremo le ampara en su sistema de cobro. De igual modo, tampoco parece muy lógico que los propietarios de una plaza de garaje o un trastero tengan que pagar la tasa. Eso, dice el Ayuntamiento, es para compensar a los que tienen este tipo de espacios incluidos en la escritura de su casa y lo pagan quieran o no.

En la calle, en los despachos, en los tribunales y en las urnas tendrá que dar cuenta el Ayuntamiento del nuevo impuesto. Cinco damnificados entrevistados por este periódico explican por qué están en contra de la medida.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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