Con ustedes, la fuente de Siete Caños
Las obras en la estación de Ópera dejan al descubierto restos arqueológicos del XVI
De los miles de usuarios del Metro que cruzan a diario por la estación de Ópera, muy pocos saben que bajo sus pies duerme un sueño de siglos la fuente de los Caños del Peral. La monumental fontana fue ideada en 1565 por Juan Bautista de Toledo, discípulo de Miguel Ángel en el Vaticano y primer arquitecto del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, por encargo de Felipe II. Buena parte de sus muros, con su base almohadillada a la manera renacentista, se encuentra indemne a diez metros de profundidad bajo la plaza de Isabel II, donde la ampliación de la populosa estación de Ópera van descubriendo la monumentalidad de sus dimensiones, semiocultas entre escombros desde hace siglo y medio: 34 metros de longitud por tres de altura tiene la fuente, de los cuales es visible ahora una tercera parte, aproximadamente; siete caños con sus piletas tuvo y, poco a poco, va aflorando cada uno de ellos gracias al trabajo de un equipo de arqueólogos, dirigido por Eduardo Penedo y Juan Sanguino. Por encomienda de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno regional y de la dirección de Metro, laboran desde septiembre de 2008 para ver qué márgenes de actuación se permite a las obras, tras averiguar cuánto se conserva de todo lo que en su subsuelo convergía: la muralla cristiana medieval erigida a la vera de la árabe del siglo IX, con torreones defensivos como el de Alzapierna; vestigios del llamado Huerto de la Priora, asociado al jardín de Leonor Plantagenet, esposa del rey medieval Alfonso VIII; los cimientos del teatro de los Caños del Peral; más un complejo sistema hidráulico -quizás el acueducto de Amaniel- que surtía al Palacio Real y que confirma el legendario lema "Madrid, sobre aguas edificada".
Por vez primera, ayer pudo fotografiarse el entramado de sillares y conducciones de agua que alimentaban la fontana, de la que existían noticias desde el siglo XV, que fue reedificada en 1625 y remozada en el siglo XVIII para permanecer en funcionamiento hasta 1809 en que quedó sepultada por tierras echadizas para, años después, erigirse sobre su mismo solar el Teatro Real.
¿Qué va a pasar con todos estos restos? "Nada, mientras no se documente plenamente el volumen y la importancia de lo hallado", dicen fuentes de la Dirección General de Patrimonio.
Pero los arqueólogos prosiguen su tarea. Ahora comienzan otra excavación, bajo el flanco sur del Teatro Real, para averiguar si quedan aún restos de la muralla cristiana. Crece la posibilidad de que todos los restos sean allí mismo musealizados.
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