El derrumbe familiar

Que la sinopsis argumental de una película de terror suene a mil veces oída, que el personaje principal parezca rayar en el estereotipo, que el desarrollo de la trama principal siga los cauces más trillados por el género, y que, tras una serie de muertes, el clímax se produzca a través de una manoseada lucha física entre el malvado y el héroe / heroína, con el inevitable y ya no tan sorprendente repunte final después de que todo-parecía-salvado-para-la-causa, no tiene por qué significar que estamos ante un mal producto. La huérfana, tercera película en Hollywood del barcelonés Jaume Collet-Serra tras Casa de cera y Gol 2, puede ser un ejemplo. Aún quedan dos aspectos en los que poder destacar tras haber levantado el edificio a base de moldes del todo a cien: primero, la construcción de los personajes principales, su pasado, sus motivaciones y la influencia del entorno; y segundo, que la sorpresa argumental de última hora tenga garra, efectividad y originalidad. Y ahí radican las dos grandes virtudes de esta odisea hogareña alrededor de una familia de pulcra apariencia, que decide adoptar a una cría de modales exquisitos, imagen estrambótica y turbulento pasado.
LA HUÉRFANA
Dirección: Jaume Collet-Serra. Intérpretes: Vera Farmiga, Peter Sarsgaard, Isabelle Fuhrman, Jimmy Bennett, Aryana Engineer.
Género: terror. EE UU, 2009. Duración: 123 minutos.
El horror humano de la primera secuencia pone las cartas sobre la mesa
La insoportable potencia, el horror humano que desprende la primera secuencia de la película (una madre teniendo que dar a luz a su bebé ya muerto), pone las cartas sobre la mesa sobre algunas de sus intenciones. Como película de terror puede ser convencional. Como drama de horror, como muestra catártica del derrumbe familiar tras los extraños comportamientos de un hijo, como símbolo de la zona de guerra en la que puede convertirse un parque infantil, La huérfana puede provocar más de un dolor de estómago.
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