Minimalismo económico

Elinor Ostrom, de la Universidad de Indiana, y Oliver Williamson, de la de Berkeley, son los premios Nobel de Economía de la recesión convaleciente. Nada dramático aparece en sus escritos o papers que relacione a ambos con una depresión económica. Elinor, la primera mujer galardonada con el Nobel de Economía, se ha volcado en el análisis de la gestión de las propiedades públicas, lo que los anglosajones conocen como commons, y sostiene que la gestión de tales bienes comunes, como pastos, bosques, lagos o cotos, es más racional y sofisticada de lo que se supone. Más racional y sofisticada que la de Enron o la de Lehman Brothers, podría añadir Elinor. Quizá el Parle vosté del Tribunal de las Aguas valenciano suene arcaico en los papers de Sala i Martin -por cierto, uno de los candidatos al Nobel de Economía de este año-, pero sus cofrades tenían muy claro qué límites no debían traspasar para no perjudicar a sus convecinos.

Williamson ha dedicado su vida académica al examen de la governance empresarial -término que ha producido en España el horrendo anglicismo gobernanza-, es decir, la organización y resolución de conflictos en las empresas y en las instituciones. Cierto, es muy importante aprender a calcular los costes de las decisiones empresariales. ¿Es más rentable subcontratar un servicio de limpieza (otro anglicismo, outsourcing) o que la empresa contrate empleados que lo realicen?

Ostrom y Williamson nacieron en 1933 y 1932 respectivamente, con la Gran Depresión. Durante otra depresión se les ha concedido un Nobel. Pero, por más esfuerzos que se haga, es difícil relacionar sus sin duda estimables aportaciones académicas con la angustia financiera y laboral que estalló en 2008. La Academia Sueca ha venido a decir que la economía también está entre los pucheros de las decisiones cotidianas y en las organizaciones al margen de los mercados complejos. Entre líneas, declara que no entra en las causas de la crisis financiera. Economistas tenía para premiar la tesis de que el crash es un fallo del mercado -uno de tantos- o, por el contrario, un error de la política monetaria de Greenspan. La solución, así que pasen algunos lustros.