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Hillary Clinton anima a los políticos del Ulster a completar el proceso de paz

Hillary Clinton visitó ayer por séptima vez el Ulster desde que a mediados de los años noventa llegó como primera dama de Estados Unidos. En aquellos días, el presidente Bill Clinton desempeñó un papel de primer orden para impulsar el proceso de paz cuando éste no era más que una esperanza. Ayer, como secretaria de Estado, Hillary animó a los políticos locales a completar un proceso que es ya "un modelo de resolución de conflictos y reconciliación", pero que se sigue atascando por la perenne desconfianza de las partes.

Ahora hay problemas para llevar adelante la transferencia al Ejecutivo autónomo de las competencias sobre policía y justicia. Aunque fue el acuerdo político de transferir esas competencias lo que permitió restablecer la autonomía en mayo de 2007, su aplicación sigue pendiente. Clinton se guardó mucho de presionar a ninguna de las dos partes en particular. "La Administración de Obama y EE UU están comprometidos a ayudaros en vuestro viaje. Pero en cuanto a la importante cuestión de la transferencia de la policía y la justicia, es una decisión que ha de tomar la Asamblea

[de Irlanda del Norte]", dijo, calculando muy bien sus palabras. Y enfatizó la importancia que tiene la estabilidad política para atraer inversión de empresas estadounidenses a Irlanda del Norte.

La secretaria de Estado norteamericana se reunió por separado con el ministro principal, el unionista Peter Robinson, y el ministro principal adjunto, el republicano Martin McGuinness. Los dos políticos mantienen unas relaciones tensas y casi no se dirigen la palabra. Su difícil relación contrasta con el compadreo mostrado en público por McGuinness y el pastor protestante Ian Paisley. Representantes de la línea dura de cada bando, cuando decidieron hablarse pasaron directamente a las carcajadas. Algo que minó la imagen de Paisley entre los suyos y aceleró su retirada. Quizá por eso el cerebral Peter Robinson prefiere guardar las distancias con el dirigente republicano.

Aunque los unionistas han dejado claro que no se van a dejar presionar por la visita de Clinton, las posiciones empezaron a acercarse la semana pasada, cuando el primer ministro británico, Gordon Brown, puso sobre la mesa un paquete de ayudas de 600 millones de libras (unos 648 millones de euros) para financiar la transferencia de poderes. Peter Robinson ha atribuido a sus presiones la mejora de las condiciones económicas, pero ha asegurado también que el dinero no es el único problema y que todo depende de "la confianza" que tenga la comunidad unionista.

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