Zapatero se resigna a ser abucheado durante el desfile militar: "Es un rito"
Ares rompe la permanente ausencia del Gobierno vasco en la Fiesta Nacional
"Es el rito de todos los años", comentó resignado el presidente Zapatero al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, ante el estruendo de abucheos que le recibió ayer durante el desfile militar con motivo de la Fiesta Nacional. Es cierto que los abucheos al presidente empiezan a ser una tradición en este acto, pero ayer subieron de volumen. Los asistentes al desfile respetaron -al contrario que el año pasado- la ofrenda a los caídos, pero el presidente fue abucheado al principio, durante y al final del desfile con gritos inequívocos -"¡Za-pa-te-ro, di-mi-sión!"- y premeditados -muchos salieron ya de casa con silbatos para pitar al presidente-.
El Rey ofreció sus condolencias a 38 familiares de muertos en acto de servicio
Ante un Zapatero encogido de hombros, Gallardón opinó: "Pero podían elegir otro día. A mí me parece una falta de respeto. Si esto fuera un acto de Gobierno, sí entendería que la gente manifestara su protesta al Gobierno, pero si es un acto de Estado, no", dijo ante las cámaras de televisión. Pero los abucheos seguían y se hizo un incómodo silencio entre Zapatero, Gallardón, la ministra de Defensa, Carme Chacón, y Aguirre hasta que esta última, generosa, llevó la conversación hasta un asunto mucho más agradable para el presidente: "¿Te vas a ver a Obama?". Aliviado, Zapatero respondió que sí, antes de recordarle: "Tú apoyaste a McCain". Aguirre zanjó: "Y lo volvería a hacer".
El acto hubiera sido prácticamente idéntico al del año anterior -exceptuando algún recorte en los medios desplegados a causa de la crisis y el desfile de las banderas de la OTAN, la UE y la ONU para conmemorar el 20 aniversario de las misiones en el exterior- de no ser por la presencia en la tribuna de autoridades del eterno ausente en la Fiesta Nacional: el Gobierno vasco.
Ayer no sólo hubo un representante del Ejecutivo -el consejero del Interior, el socialista Rodolfo Ares, sino que también acudió la presidenta del Parlamento autónomo, Arantza Quiroga, del PP. "Me siento orgulloso de representar aquí al conjunto de la sociedad vasca", declaró Ares, contento de haber tenido la oportunidad durante el desfile de estar "al lado de aquellos a los que ETA ha arrebatado a sus seres queridos", informa Efe. "Nuestra presencia aquí es un signo de normalidad", añadió Quiroga.
El Rey, que presidió el acto, ofreció personalmente sus condolencias a 38 familiares de los miembros del Ejército y la Guardia Civil que han perdido la vida en acto de servicio desde el 12 de octubre del año pasado.
El equipo de especialistas de la Patrulla Acrobática Paracaidista del Ejército del Aire se ganó una gran ovación al tomar tierra y depositar con precisión una enorme bandera de España frente los Reyes, en la plaza de Lima -este año, el acto no se ha celebrado como siempre en la plaza de Colón debido a las obras-. Casi igualaron en aplausos a la Legión, la gran favorita del público, entre el que abundaban, como en el propio ejército, los inmigrantes. Golfa, el carnero de la Legión, siguió obediente el ritmo de los legionarios, que dicen, caminan a 160 pasos por minuto, para disfrute de los niños, que si les preguntaban, confesaban que estaban allí para ver "a la cabra y los caballos". Más de 4.000 militares desfilaron ante 14 ministros, 10 presidentes autonómicos, la cúpula judicial y la familia real al completo. Entre las ausencias, destacó la del presidente catalán, José Montilla, y sobre todo, la de Francisco Camps, al que ayer no se le vio en ningún acto, ni en Madrid, ni en Valencia.
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