Entusiasmo y reales
Río combinó sensualidad y datos económicos en su presentación
Río supo entretejer en un discurso ejemplar la ambición de 190 millones de brasileños y sus esperanzadores datos económicos. La delegación tenía ganas de balón y desgranó un mensaje concreto que venía a decir queremos los Juegos Olímpicos ya, es nuestra hora, la hora de América del Sur, después de 49 citas que no se han detenido en nuestro continente.
El ansia sobrevolaba los vertiginosos desplazamientos virtuales por las cuatro sedes, las imágenes de "la ciudad más feliz del mundo", como remataba el alcalde, Eduardo Paes; la reivindicación de que la décima economía del mundo, la quinta en 2016, como recordaba el presidente Lula, no haya podido albergar aún a la familia olímpica.
La candidatura jugó a la carta épica, a la baza de cambiar la historia y cambiar el destino de la ciudad, mejorarla, manejando en una mano su auge económico y en la otra un abanico de emociones. Y todos parecían creerlo, sonaban mucho más a ser ciudad organizadora que a mera aspirante. Porque allí estaban todos, desde el anciano João Havelange, ex presidente de la FIFA, que quería celebrar su centenario cuando su país organice los Juegos hasta la capitana de policía Priscilla, encargada de personificar un programa de seguridad basado en la inclusión y que compromete 3,5 millones de dólares (2,5 millones de euros) para "entregar los Juegos más seguros", decía el gobernador Sergio Cabral. Incluso habló, insólitamente, el presidente del Banco Central, Enrique Mireilles, que lanzó como obuses tres datos: un 8% de crecimiento de la economía brasileña en el segundo trimestre, la menor tasa de paro de la historia en julio y 242.000 empleos creados en agosto.
El vídeo final simulaba la llegada de los deportistas a la ciudad, llena de jóvenes abrazándose. "La pasión nos une", decían en todos los idiomas hasta dibujar los aros olímpicos, cómo no, en Copacabana. Se concretaba lo que tanto pidió Lula: "Encender un pebetero en tierras tropicales".
LULA "Pasión, energía y creatividad"
"Ha llegado nuestro momento. Entre las diez mayores economías del mundo, Brasil es la única que aún no ha sido sede de unos Juegos. Para los otros países será otra edición de los Juegos. Para nosotros, una oportunidad sin precedentes de crecer en autoestima, de fortalecer las conquistas recientes y de estimular nuevas. Nuestra candidatura no es sólo nuestra, es también de toda América del Sur, de 400 millones de personas, entre ellas 180 millones de jóvenes. Hay que aprovechar este momento mágico para ampliar los Juegos y llevarlos a otros lugares del planeta. Río es la ciudad más maravillosa del mundo. La cumbre del G-20 acaba de reconocer la importancia de países emergentes como Brasil en el nuevo mapa de la economía mundial. Como brasileño, me enorgullezco de formar parte de este proceso. Ahora queremos abrir nuestras puertas a la mayor fiesta de la humanidad. Si nos dan la oportunidad, no se arrepentirán. Tengan la seguridad de que los Juegos de Río serán inolvidables porque estarán pletóricos de pasión, de energía y de la creatividad del pueblo brasileño".
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