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Un mecano de cuatro piezas

La campaña electoral se ha armado alrededor de los impuestos, las centrales nucleares, la guerra de Afganistán y las coaliciones posibles

Lluís Bassets

Cuatro piezas componen el mecano de la campaña que hoy toca a su fin. La pieza central es la crisis económica y su más directa derivada sobre lo que hay que hacer con los impuestos. La segunda es la energía nuclear, y en concreto el debate sobre el alargamiento de la vida de las centrales. La tercera pieza es Afganistán y la polémica sobre la participación de las tropas alemanas, alrededor de 4.200 soldados, en esta guerra que no reconoce su nombre. La cuarta, finalmente, la más política, versa sobre las fórmulas de gobierno en un momento de crisis y en un país que sólo excepcionalmente conoce gobiernos monocolor y mayorías absolutas.

Las divisiones sobre la crisis alcanzan el interior de la propia derecha. Los socialcristianos bávaros han hecho campaña con la exigencia de un compromiso de reducción inmediata de impuestos, algo a lo que no se ha querido plegar su socia de la CDU, la canciller Angela Merkel. También los liberales del FDP, cortejados por Merkel, quieren recortes súbitos y drásticos. Hay asimismo promesas de recortes de ahí hacia la izquierda, aunque la principal preocupación es que los recortes no pongan en peligro el gasto social y el Estado de bienestar.

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Si hay Gobierno de Merkel con los liberales habrá rebaja, pero no ahora, sino cuando termine la crisis, lo más pronto en 2011. Lo mismo sucederá con la vida de las centrales nucleares: se alargará más allá del 2021 si Merkel y Westerwelle forman coalición, pero nada se moverá en cualquiera de los otros casos. En cuanto a Afganistán, sólo un partido, Die Linke (La Izquierda), quiere la salida inmediata de las tropas y se ha beneficiado de la virulenta entrada en campaña del debate con ocasión del bombardeo, ordenado por un militar alemán, que mató en Kunduz a decenas de civiles afganos.

La última pieza que completa el esquema son las distintas eventualidades de coalición. La continuación de la gran coalición es la apuesta oculta del SPD, pues es la única que le permite seguir en el Gobierno. La apuesta de la canciller es la coalición con los liberales sin cerrarse a coaligarse con el SPD. El FDP rechaza el semáforo, con verdes y rojos (socialdemócratas) y sólo apuesta por Merkel, al igual que Los Verdes rechazan la jamaica (con liberales y democristianos), añorando una insuficiente coalición con el SPD. Nadie quiere casarse con Die Linke, que tampoco quiere saber nada de los otros cuatro, a los que califica de neoliberales y belicistas.

Las preferencias del electorado y el discurso político divergen. Sobre impuestos, tres de cada cuatro alemanes quieren recortes inmediatos, aunque el 80% piensa que subirán. Sobre las centrales nucleares y la participación en Afganistán, dos tercios están en contra. Pero luego son más los que eligen la coalición de Merkel con los liberales (48%) que los que quieren la Gran Coalición (45%), y no digamos el semáforo (27%) o la jamaica (29%). Pero si tuvieran que votar directamente a Merkel lo haría una mayoría absoluta del 53%. Ella es el vértice del mecano.

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El candidato del SPD Frank-Walter Steinmeier interviene en un mitin electoral delante de la Puerta de Brandenburgo en Berlín.AFP

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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