La Merced, para no olvidar las cárceles
En abril de 1939, mes y año "victoriosos" donde los haya, se decretó que La Merced (24 de septiembre) sería la "patrona de Prisiones". Hubo un tiempo, el de la transición, en que la efeméride se olvidó, pero paradójicamente en los últimos seis años ha resurgido con inusitada fuerza, como si el patrocinio celestial fuese ahora tan necesario como entonces; demostrando que el tiempo apenas avanza entre los muros de una institución demasiado rancia, que intenta aparentar modernidad sin conseguirlo.
Este día se hacen discursos trascendentes, se reparten medallas meritorias, que no merecidas, se celebran ágapes de diseño y se pide armonía y esfuerzo común para soportar la cotidiana represión, ¡con resignación cristiana! El Gobierno socialista no ha sabido devolver a las penas privativas de libertad, y al sistema penitenciario en general, la naturaleza jurídica y las obligaciones legales que le atribuye la Constitución. La reeducación y la reinserción social de los penados han sido conscientemente olvidadas, la subordinación institucional a las prioridades de seguridad y el orden público han transformado las cárceles en almacén de delincuentes, para el mejor control del Ministerio del Interior.
Las cárceles deberían ser un recurso para la Administración de justicia como lo son en Cataluña y en el resto de Europa.
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