Último retrato del rector Tomás
El dirigente de la Universitat se despide con demandas al Consell y al Gobierno
El rector de la Universitat de València, Francisco Tomás, se despidió ayer. Lo hizo en la apertura de curso y ante un auditorio heterogéneo que retrata bien la personalidad del catedrático de Química Física. Allí estaban el consejero de Educación; el delegado del Gobierno; el líder del PSPV-PSOE; el arzobispo de Valencia, una diputada de Compromís, los rectores de dos universidades públicas y de dos privadas.
El discurso de Tomás, que abandonará el cargo en marzo, fue más largo y emotivo que de costumbre, y tuvo palabras para un lado y para el otro. A la Generalitat le reclamó seriedad financiera. Subrayó que la crisis cogió al sistema universitario tratando de digerir la enorme deuda que el Consell había decidido pagar a plazos hasta 2022. Lamentó que desde hace seis años no haya modelo de financiación. Dio a entender que el nuevo plan (que empezó a negociarse a principios de 2008) no acaba de cerrarse. E insistió en que la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) exige gasto para reforzar la plantilla y adaptar las facultades.
La nueva regulación bordea la autonomía universitaria, avisa el rector
Al Gobierno le advirtió de que la idea de recortar hasta un 37% los fondos destinados a la ciencia afectaría "gravemente las partidas competitivas, becas y proyectos de investigación sobre las que se basa en gran medida la investigación en la Universidad. Y lo que es más importante, implicaría un retroceso sustancial en la presencia española en el panorama científico internacional". Criticó los vaivenes legislativos y el celo regulador del Ejecutivo que, dijo, ha "bordeado la autonomía universitaria".
Font de Mora (a quien una delegación de profesores de Ciudadanía bilingües en paro entregó un manifiesto reprochándole su abandono) declaró que la Generalitat ha aumentado los recursos para la Universitat de València un 67,4% en 10 años. Hubo mucha seguridad y no se oyeron protestas: una decena de estudiantes que pretendían hacerlo fueron retenidos por la Policía cerca de La Nau, incluido un miembro del consejo de gobierno de la universidad.
El discurso, los invitados y su distribución en el Aula Magna dijeron mucho sobre el carácter del rector. Pero quizá dijo aún más su actitud al final del acto cuando, al acabar de hablar, la sala empezó a aplaudir, se levantó y siguió aplaudiendo largo rato mientras Francisco Tomás permanecía impertérrito, o al menos aparentaba hacerlo.
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