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ANÁLISIS | Una nueva apuesta mediática
Columna
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Nacionalismo y medios de comunicación

A poco que ahondemos en la historia, descubriremos que la prensa nacionalista vasca ha precedido a la organización política del nacionalismo. Persuadido de que "el medio más importante de propaganda es la prensa periódica", y dos años antes de que el PNV viese la luz, Sabino Arana fundó en junio de 1893 el periódico Bizkaitarra, la primera de una serie de publicaciones a las que El Maestro consagró vida y fortuna. Sus epígonos sintonizaron con la necesidad de disponer de medios de comunicación supeditados a la doctrina partidista y se aventuraron a crear cabeceras para acompañar el paso a la proliferación de organizaciones sectoriales (juventudes, sindicatos, grupos montañeros, etc.) y a la expansión electoral del nacionalismo. Lo mismo da que nos refiramos al reinado de Alfonso XIII entre 1902 y 1931, a los años de la II República (la época de mayor esplendor de la prensa nacionalista en cantidad y calidad, según José Luis de la Granja y Santiago de Pablo) o al periodo franquista, cuando se hizo imperativo recurrir a rotativas de la diáspora para que las ideas nacionalistas viesen la letra impresa. Porque la tónica se mantiene constante: el nacionalismo en su organización matriz, el PNV, o en sus escisiones y derivaciones varias a lo largo de su trayectoria (aberrianos, ANV, ETA, HB, EA, etc.) se ha dotado de medios supeditados orgánica o informalmente al partido en cuestión para formar, informar y movilizar a sus militantes y simpatizantes y, en democracia, también para ensanchar su base electoral.

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El PNV se encuentra un altavoz

Hasta hace poco, al menos, así se dibuja el panorama. Este ímpetu mediático que consignamos se ha visto frenado, lenta pero inexorablemente, tras la aprobación del Estatuto de Gernika y la constitución del ente público Euskal Irrati Telebista por parte del primer Gobierno vasco en democracia a comienzos de la década de 1980. A partir de ese momento, al PNV ya no le resulta imprescindible llegar a la opinión pública desde plataformas partidarias por la sencilla razón de que puede hacerlo desde la oportunidad que abre el control institucional del "primer grupo de comunicación de Euskadi", según reza en la página web del ente. Un férreo y celoso control institucional posibilitado por el hecho de que la consejería de la que dependen la radio y la televisión pública vascas, la de Cultura, ha formado parte del núcleo duro del monopolio jeltzale durante las tres últimas décadas junto con Hacienda e Interior (círculo que completa, de forma anecdótica pero sintomática, la consejería de Agricultura y Pesca).

La reciente formación de un Gobierno socialista ha obligado al PNV a reubicarse en la nueva realidad institucional y política y, de paso, en un espacio mediático que, privado de su ascendiente directo en el holding público, descansa ahora en un puñado de publicaciones periódicas de una capacidad de penetración e influencia social más bien exiguas. Trayectoria ésta del nacionalismo tradicional en su relación reciente con los medios de comunicación que contrasta con el mayor empeño que el nacionalismo radical ha puesto en disponer de altavoces mediáticos afines en forma de publicaciones impresas de periodicidad y naturaleza variopintas, emisoras de radio y páginas web desde las que apuntalar y difundir su proyecto.

Jesús Casquete es profesor de la UPV-EHU y autor de En el nombre de Euskal Herria.

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