Reforma fiscal
La reforma fiscal que el señor Zapatero nos viene anunciando, bajo la premisa de recaudar más de los que más tienen y menos o nada de los que menos tienen, parece que va tomando cuerpo. Nada se dice sobre posibles impuestos especiales sobre las grandes fortunas y los patrimonios excepcionalmente ostentosos, ni de meter mano a las SICAV, que, al decir de muchos expertos en economía y finanzas, son un auténtico paraíso fiscal dentro de nuestras fronteras.
Lo que sí se ha sugerido es que el aumento de la presión fiscal podría tocar el IVA y los impuestos indirectos, que van dirigidos al consumo. Como todo el mundo sabe, los impuestos indirectos constituyen una forma de recaudación injusta y en absoluto solidaria.
O sea que, al final, el aumento fiscal recaerá sobre todos los ciudadanos, pero con mucha más fuerza sobre el ciudadano de a pie que no posee grandes capitales ni tiene grandes inversiones y que las pasa canutas para llegar a fin de mes después de estirar su sueldo tras hacer no pocas cuentas y ejercicios malabares. Ya sabemos quien va a pagar esta crisis. ¿Aquellos que la provocaron y que siguen siendo multimillonarios? Pues no, la van a pagar los de siempre.- José Manuel Cantalejo Martínez, Madrid.
Señor Rajoy, me pregunto cómo pueden ustedes decir que no quieren que se suban los impuestos (yo tampoco) y luego permitir que en algunas comunidades y ayuntamientos en los que su partido, el PP, gobierna nos los suban directamente o de forma encubierta. Vivo en Madrid, y el Ayuntamiento nos está remitiendo la "tasa por recogida de basuras" que, por si usted no lo recuerda, fue "suprimida" cuando se nos "actualizó" el IBI, es decir, el año que casi se duplicó lo que los madrileños pagábamos por este impuesto.
En cuanto a la Comunidad de Madrid, dice que baja impuestos, pero por otro lado reduce drásticamente las becas para ayudas de libros, comedor, etcétera. Con todo esto, señor Rajoy, ¿me puede explicar el motivo por el que en el Congreso ustedes quieren parecer nuestro Robin Hood antiimpuestos y luego permiten otras cosas? ¿No será que queda muy bonito protestar, tirar la piedra, pero luego esconder la mano. Mª Palmira Heras Miguel, Madrid.
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