_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Dos tardes

Según los organismos internacionales, España es poco competitiva. ¿Pero en qué consiste la competitividad? Pues a veces en una cosa y a veces en su contraria, según. Si alguien, pongamos por caso, fabrica botijos a céntimo la unidad, lo competitivo, en buena lógica, sería fabricarlos a dos. Pues no, lo competitivo, en este caso, sería fabricarlos a medio céntimo, para ganar menos que el vecino. Viene a ser como si los participantes de la Vuelta Ciclista, en vez de luchar por el primer puesto, se pelearan por el último. El entrenador amonestaría al primero por su falta de espíritu, de agresividad, de ganas. Muchacho, tienes que poner más coraje, le diría, intenta correr menos, ir más despacio, no es tan difícil, coño.

De modo que las clases bajas son competitivas cuando cobran poco, mientras que las altas lo son cuando ganan mucho. A los obreros se les exige flexibilidad, movilidad, humildad, mientras que el prestigio de los ejecutivos depende de la cláusula de rescisión de su contrato. Emilio Botín lleva varios días pagando anuncios a doble página en toda la prensa para exhibir unos beneficios desorbitados. Ser competitivo, si eres pobre, consiste en acabar el ejercicio siendo más pobre, mientras que si eres rico consiste en acabarlo forrado. Cuando los organismos internacionales acusan a España de ser poco competitiva, lo primero que habría que averiguar es si nos consideran pobres o ricos. Si lo primero, tendremos que trabajar más por menos; si lo segundo, menos por más. Aun sin saber nada de economía, mucho nos tememos que nos han incluido en el primer grupo, es decir, entre los que deberían competir por vender los botijos más baratos. Pero no se apuren los ricos españoles que ahí están los pobres españoles para hacer por diez lo que otros hacen por veinte. La economía es, en efecto, cosa de dos tardes.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_