A corazón abierto

"No kung fu. Aproximadamente dos desnudos frontales femeninos. Trece cadáveres. Ruedan cabezas. Tres estrellas", recapitulaba Joe Bob Briggs en su reseña de Viernes 13. Tercera parte (1983), funcional entrega de un género fatigado que buscaba en el 3D su posible salvavidas de urgencia. Dos años antes, San Valentín sangriento había aplicado el piloto automático sobre el molde de La noche de Halloween (1978) sin impresionar ni al más entregado espectador. La presente resurrección 3D de este título menor del slasher no revoluciona nada, pero sí equilibra los goces epidérmicos -y anacrónicos- de la agresión frontal a la platea con los juegos atmosféricos de profundidad de campo: tras las gafas, la tronada película con psicópata recupera su esencia de eficaz espectáculo de feria e ideal date movie adolescente.