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Columna
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Inclemencias mediáticas

La vuelta de septiembre permite observar las inclemencias del tiempo mediático en que parece envuelto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Es como si se hubiera instalado una especie de armonía preestablecida que eliminara cualquier clase de afinidad o de indulgencia que hasta ahora se le dispensara. Apenas falta el hallazgo de un lema como aquel de paro, despilfarro y corrupción para que la orquestación mediática adquiera toda la potencia destructiva que tanta eficacia desplegó en los tiempos de aquel MAR vallisoletano multiplicado al servicio de Ánsar. Entonces también los aciertos del PSOE pasaban inadvertidos en tanto que sus errores resonaban de modo interminable. Por el contrario, el PP continuaba su marcha hacia el poder desde la utilización del "vale todo" para alcanzarlo. Todo, incluido el terrorismo según se vio, por ejemplo, cuando el asesinato de Francisco Tomás y Valiente, del que se culpó con impavidez al Gobierno.

Las propuestas que formula el primer partido de la oposición proceden del reino de Jauja

Por arte de birlibirloque se dirían evaporadas las aportaciones de estos años de Gobierno socialista, que han aguantado embates como los sostenidos a propósito del 11-M, la matanza en cuya organización se quiso implicar al mismo Rubalcaba en una operación impulsada por la radio de los obispos y el confuso diario de referencia de una cierta derecha española. Estamos ante lo que el viento se llevó. Llegados aquí, nadie sabría enumerar los logros. Ni siquiera se habla del desarme unilateral de RTVE, que ha dejado de ser el servicio doméstico de La Moncloa mientras cada una de las comunidades autónomas sigue instrumentalizando sus antenas. Tampoco computa la alternancia de Patxi López a 30 años de PNV en Ajuria Enea.

Todo se ha coloreado de crisis y hasta "el coñac en las botellas/ se disfrazó de noviembre/ para no infundir sospechas/" como en el poema de García Lorca. Aquellas fotografías de los equipos ministeriales treintañeros rebosantes de paridad han quedado descatalogadas. La solvencia no es la misma sin Solbes, el superávit se ha vuelto déficit, los 400 euros de deducción en la cuota del IRPF han sido declarados a extinguir, el desempleo se incrementa, la bajada de los impuestos ha dejado de ser de izquierdas después de suprimir los que gravaban los derechos de sucesión y el patrimonio. La viñeta de El Roto "pagar impuestos era de pobres, salvo que saliera a devolver" ofrecía un buen resumen del momento.

Mientras, en las actitudes de algunos jerarcas de la CEOE se adivinan aquellas imprecaciones dirigidas al campesinado después del 14 de abril de 1931: "¡Comed República!". Todos le dicen al presidente que "toca desagradar" pero las propuestas que formula el primer partido de la oposición proceden del reino de Jauja: más gasto en todas direcciones y simultánea reducción de impuestos en todos los ámbitos. Sólo se refieren al Gobierno para recriminarle engaños y mentiras. Seleccionan datos aislados de los distintos países para concluir el desastre sin paliativos de España. Lo pregonan hasta la saturación y cuando al fin rebosa en las páginas de la prensa extranjera se sienten victoriosos.

Están en la fase de cuanto peor mejor. Critican la prórroga de las ayudas a los desempleados mientras exigen que se amplíen. Las descalifican como subsidios improductivos que lastran las cuentas públicas, pero ni siquiera los beneficiarios que las perderían les salen al paso. Los de Génova están convencidos de la extrema dificultad que tienen demostrada los desfavorecidos para votar a la izquierda y se sientan al raso en las noches de luna para ver cómo mejoran las expectativas electorales del PP. Parecen satisfechos de haber sabido inocular la vergüenza en quienes sienten alguna afinidad por el actual Gobierno. Permanecen en seco mientras diluvia la corrupción. Ni Gürtel ni nada. Ni escuchas en la Comunidad de Madrid, ni asesores de Villanueva del Pardillo, ni Camps en Valencia, ni Matas y su coro mandel en Baleares, ni Carlos Fabra en Castellón, ni López Viejo, ni el sursum corda. Han sabido invertir el juego para presentarse vestidos de víctimas de la persecución sin haber ofrecido dimisiones ni rogado que disculpemos las molestias.

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