'Enemigos públicos'
He sabido que el PP se opondrá a la subida de impuestos que anuncia el presidente Zapatero. Como vivo en Torrelodones, ciudad gobernada por el PP, voy a dormir tranquilo sabiendo que esta vez no nos van a subir el IBI (el año pasado el PP me lo subió un 18 %), ni se van a inventar impuestos raros (el año pasado nos crearon uno por pisar la acera con el coche para entrar al garaje y ya me temía que este año se sacaran otro nuevo para los peatones por cruzar las calzadas). En fin, para este año tranquilidad total, porque vivo en una ciudad del PP y aquí no suben los impuestos a la clase media. Lo del año pasado fue un despiste. Por cierto, también han quitado el cheque escolar. Pero eso no es subir los impuestos.- José González. Torrelodones, Madrid.
En tiempo de crisis y aumento del paro, cuando no acabamos de ver los brotes verdes en nuestra economía con la recuperación del consumo familiar y ante la escasez de recursos públicos para mantener las necesarias políticas sociales, el ministro de Fomento, Pepe Blanco, ha expresado su deseo de una subida de impuestos para las rentas más altas con el noble fin de mejorar la angustiosa situación de los más desfavorecidos.
Y se contradice lo anterior con medidas recientes que van en sentido contrario, como la bajada del impuesto del patrimonio o el incremento de los impuestos indirectos, que contravienen el matiz progresivo de nuestro sistema fiscal. También, ante la elaboración de los próximos Presupuestos Generales del Estado se empieza a hablar de la congelación salarial o del alza en apenas un 1% para los funcionarios públicos. Un café para todos, que tampoco sabe distinguir entre quienes más cobran y los que se encuentran en una situación realmente precaria.
¿Qué se hizo de la aplicación de las otrora tan cacareadas incompatibilidades para los funcionarios públicos? ¿Es que a la hora de hacer el gran esfuerzo solidario sólo les toca a los mismos de siempre? Entretanto, Enemigos públicos, la película que recupera a Dilinger, famoso asaltante de bancos que se convirtió en un héroe popular en los años treinta, triunfa en las carteleras de los cines españoles. No es casual, pues consigue que nuestro sueño frustrado de lograr una mayor justicia social se convierta en realidad. Eso sí, únicamente dentro del engaño de la ficción.
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