Salmorejillones
En verano ves a las ensaladas tan campestres y refrescantes que dan ganas de descalzarte y andar sobre ellas. Te cortas porque luego a los invitados, que son muy suyos, igual les da un poco de asco. O por los niños, que te ven en la cocina andando sobre la lechuga y les sale un trauma de esos modernos que hay ahora. Y no es plan. Para evitar tentaciones que compliquen vuestra vida social y familiar, os propongo un entrante alternativo que apareció en mi vida de forma totalmente casual. Tenía yo unos mejillones rebozados, que me habían nacido solterones ellos y se me estaban quedando para vestir santos. Una lástima, con lo guapos que eran y no me encontraban pareja. Pero hete aquí que, como en los cuentos, iba yo un día por el súper y voy y veo un salmorejo precocinado y lo compro, y lo pruebo, y descubro que sin ser nada del otro mundo, tenía muchas posibilidades. ¿Y si lo apareo con mis mejillones?, me dije yo a mí mismo poseído de ese loco afán de los científicos genéticos. Pueden ser una pareja muy bien avenida, me insistí, pero poseído ahora de ese loco afán casamentero de las abuelas. Y los presenté, y el del salmorejo y los mejillones fue un amor a primera vista. Antes hubiera sido un escándalo y los hubieran metido en la cárcel o algo de eso, por ser del mismo sexo. Ahora, afortunadamente, pueden casarse y vivir felices. De hecho, están pensando en adoptar una alcachofa. Qué bonito.
Ingredientes
- Una tarrina de salmorejo Alvalle
- Rebocina Royal (preparado instantáneo para rebozar)
- Una lata de mejillones al natural (yo he usado unos en salmuera magníficos, de marca AMC -Asociación Mejillones de Cabo Cruz-, de Pontevedra, que vienen en un envase redondo de plástico y que se encuentran en la zona de refrigerados)
- Unos taquitos de jamón
- aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Un huevo duro
Instrucciones
Agitamos bien el envase de salmorejo y lo extendemos en un plato llano.
Por otro lado, ponemos un par de cucharadas de Rebocina Royal y las mezclamos con el caldo de los mejillones (o agua), siguiendo las instrucciones del paquete.
Rebozamos los mejillones, los freímos y los dejamos en un papel absorbente. Ya sólo queda colocarlos en el centro del plato, sobre el salmorejo, ponerles un poco de sal y adornar con huevo duro picado y unos taquitos pequeños de jamón.
Un hilillo de nuestro mejor aceite acabará de completar el engaño, para pasmo y deleite de nuestros incautos invitados.
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