La ciencia en huelga
Probablemente, en septiembre ya tendremos la vacuna para remediar el nuevo virus H1N1.
Imaginemos por un momento que el colectivo de científicos dedicados a sintetizar esa vacuna se plantease ir a la huelga argumentando sueldos bajos y condiciones laborales precarias. Imaginemos que dicho colectivo pactase con los sindicatos unos servicios mínimos a cambio de una revisión de los actuales contratos y subvenciones que débilmente sostienen la ciencia en este país. Imaginemos que esos servicios mínimos sólo garantizasen la vacunación de un cierto sector prioritario de la población. ¿Qué poder de negociación tendría el científico en ese caso?
Lo anteriormente descrito sucede muy a menudo con otros colectivos como pueden ser los pilotos de líneas aéreas, controladores, etcétera, por mencionar algunos. Los efectos de una huelga en esos sectores son molestos, incluso públicamente "aceptables", pero todos seguimos adelante pasado el trance. Pero nadie sabe los potenciales efectos devastadores que tendría una huelga de científicos a corto o medio plazo.
Afortunadamente, el colectivo de investigadores antepone, por lo general, su devoción por la ciencia a los pírricos beneficios que supone trabajar en ella.
