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Elecciones en Afganistán

Brown garantiza el despliegue británico pese al récord de bajas

En mes y medio han muerto 35 soldados de Reino Unido

A lo largo de un fin de semana en el que las bajas británicas en Afganistán han rebasado la barrera de los 200 soldados y un atentado golpeaba el cuartel general de la OTAN en Kabul, Gordon Brown tuvo que interrumpir sus vacaciones para subrayar que el compromiso militar del Reino Unido permanece intacto. El primer ministro insistió en el carácter "vital" del despliegue internacional de tropas, no sólo para garantizar la seguridad en las inminentes elecciones presidenciales, sino también como medio necesario para combatir el terrorismo.

"En estos momentos tristes, no debemos olvidar por qué estamos en Afganistán haciendo ese enorme sacrificio", afirmó el jefe de Gobierno sobre la presencia de efectivos británicos en el país asiático desde octubre de 2001, a las pocas semanas de producirse los ataques del 11-S. "Tres cuartas partes de las intentonas terroristas contra el Reino Unido", recalcó, "derivan de las áreas montañosas de Pakistán y Afganistán, y para preservar nuestra seguridad y la del mundo debemos hacer honor a nuestro compromiso".

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El mensaje de Brown iba dirigido ante todo al creciente sector de la sociedad británica que cuestiona la participación de sus tropas en la misión de la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, en sus siglas inglesas) con una cifra de efectivos (9.150) sólo superada por los estadounidenses. El sustancial incremento del número de militares muertos ha propiciado la demanda de una retirada por parte de las asociaciones de familiares de los soldados. Los británicos sólo habían registrado cinco bajas entre sus filas hasta su despliegue en la provincia de Helmand (sur) en 2006. Ese polvorín está siendo escenario de "uno de los veranos más difíciles", según la propia admisión de Brown: 35 británicos han perecido -tres de ellos ayer en Helmand- desde que, a principios de julio, su mando pusiera en marcha la Operación Garra de Pantera, destinada a expulsar a los talibanes del norte de la región con vistas a la cita electoral.

"Es un enorme precio a pagar", reconocía ayer el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ante la vulnerabilidad que reveló la sede de la organización tras sufrir un ataque con explosivos el sábado. "Pero confío en que la gente entienda que sufrimos esas pérdidas por una causa vital para la seguridad de nuestros países", añadió.

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