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Crítica:EL LIBRO DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Suite' negra polaca

Cuando se publicó en 1946 en Polonia este libro, derivado de las notas tomadas por Zofia Nalkowska, primero durante la ocupación alemana y luego como miembro de la Comisión de Investigación de los Crímenes Hitlerianos, apenas se sabía nada de la terrible maquinaria de aniquilación nazi. Los Medallones de Nalkowska, la grande dame de la literatura polaca de la época de entreguerras, representan una de las más tempranas reacciones al horror de la shoa. Y una de las más conmovedoras, a pesar de que su autora revistiera sus ocho breves relatos de rigurosa sobriedad. Lo extraordinario del libro, lo que lo distingue de la demás literatura del Holocausto, es su insobornable enfoque humano, amén de su depurada técnica zoom sobre supervivientes e impenitentes que son retratados magistralmente en su humillación y displicencia.

Medallones

Zofia Nalkowska

Traducción de Bozena Zaboklicka

y Francesc Miravitlles

Minúscula. Barcelona, 2009

86 páginas. 11,50 euros

"Fueron hombres que depararon a otros hombres semejante destino", reza el proemio del libro. Y a partir de allí Nalkowska se abstiene de comentarios, frente al profesor de universidad que explica con objetividad científica por qué su colega alemán organizó una fábrica de producción de jabón de grasa humana, o frente al destino de aquella joven, herida en la fuga que, como único gesto de piedad, implora -y recibe- de los aldeanos que le encuentran un tiro en la cabeza. Nalkowska no pierde de vista el sufrimiento de las víctimas, pero, al mismo tiempo, enfrenta a sus compatriotas con su parte de la responsabilidad.

El efecto de shock de su prosa documental fue enorme -Medallones llegó a ser lectura escolar obligada en Polonia- y sigue siéndolo. Tal vez porque supera los límites del género del reportaje y consigue no sólo rescatar del olvido a algunos de los millones de existencias extinguidas o truncadas, sino que acerca al lector sus entrevistados, maltrechos y castigados por el cataclismo, con todas sus contradicciones. Ahí está la chica judía antisemita, o la sumisa "mujer del cementerio", a la que Nalkowska visita justamente después de la malograda revuelta del gueto de Varsovia, y que enferma de ver tanta crueldad: "La realidad es soportable porque no se la conoce en su totalidad".

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