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El turismo catalán y el ruso salvan los muebles en la costa

Los viajeros españoles, sobre todo de Cataluña, crecen mientras cae el resto

La Costa Daurada se ha volcado con el turismo ruso, porque se perfila como amortiguador de la caída hostelera durante el verano de la crisis, mientras que en la Costa Brava también constatan que en julio "ha fallado más el turismo internacional que el nacional", según los cálculos de Martí Sabrià, gerente de la Asociación de Hostelería de la Costa Brava.

El consejero de Universidades, Innovación y Empresa, Josep Huguet, calificó ayer de "nueva tendencia estructural desde 2005" el creciente turismo interior. De hecho, apuntó que Cataluña vive "un auténtico fenómeno" en este segmento, que creció un 15% entre enero y junio de 2009. Los catalanes realizaron 3,8 millones de viajes y ocho millones de pernoctaciones en este periodo. Y hasta abril, los turistas españoles crecieron un 7,3%, hasta los 1,7 millones, mientras que el turismo extranjero cae.

La Generalitat también ha constatado el auge del turismo rural, los campings y los apartamentos, en detrimento de los hoteles, que se han lanzado a una carrera de ofertas. Sabrià explica que en Girona son los grandes establecimientos los que pueden hacerlo, aunque ello no evita que el mes de julio esté acabando con una tasa de ocupación del 50%, frente al 77% del año anterior.

Las previsiones oficiales en Tarragona también corroboran que todos los mercados caen, pero el ruso menos. A Tarragona llegarán menos visitantes de ese país que durante el verano pasado, cuando se registró un aumento anual del 20% en el mejor balance de turistas procedentes de Rusia desde que hay datos. Pero se superará en más del 5% el número de turistas rusos que llegaron a Tarragona en 2007, prevé la Oficina de Turismo de Cataluña (OTC). "En esta coyuntura son datos muy positivos", subraya Tatiana Mikhaeleva, responsable de la oficina de Moscú de la OTC. Otros mercados como el británico y el alemán entran en barrena y apuntan a caídas superiores al 20%.

"Los rusos nos están salvando los muebles", ilustra el vicepresidente de la Asociación de Hostelería de Tarragona, Francesc Vives. Su optimismo se explica porque seis de cada 10 turistas rusos que llegan al país se hospedan en Cataluña. De ellos, más de la mitad remojará sus pies en la Costa Daurada. "Mientras Rusia se mantenga a flote, la Costa no se hundirá", pronostica Vives.

No se hunde pero salpica de bonanza a otras poblaciones cercanas. Folletos plagados de letras cirílicas se han multiplicado en los últimos meses en Reus, Tarragona e incluso otras localidades del Priorat.

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"El ruso es un turista con inquietudes culturales, hace excursiones, le gusta conocer el territorio", señala el gerente del Patronato de Turismo de Tarragona, Octavi Bono. En resumen, gasta más y lo reparte mejor. "Ofrece una variante del modelo de playa y cerveza", añade el gerente de Turismo de Salou, Joan Manel Alonso. Por eso el Patronato ha estrenado este año una ambiciosa campaña publicitaria en territorio ruso.

En mayo, el promedio de gasto del turista ruso en la Costa Daurada ascendió a los 824 euros por estancia y por persona, casi 300 euros más que los turistas británicos, señala Mikhaeleva desde Moscú. El 3% más que el año pasado, cuando la crisis parecía lejos de los hoteles.

Por otra parte, los vuelos intercontinentales en el aeropuerto de Barcelona aumentaron un 4% hasta junio y transportaron a 728.511 pasajeros, 28.620 más que el mismo periodo del año anterior, según informó hoy el Comité de Desarrollo de Rutas Aéreas (CDRA). El Prat conectó con tres nuevos destinos: Islamabad, Lahore y Vancouver.

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