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Reportaje:LOS CRÍMENES QUE CAMBIARON MADRID

Padre, hija, amantes, asesinos

Los escenarios del caso son hoy un banco vacío, un cine porno y una casa inexistente

Patricia Gosálvez

Año 1913. "Suceso misterioso": el señor J. ha desparecido. Fue visto la última vez hace casi dos semanas en el Casino del Círculo de Bellas Artes, donde cambió 5.000 pesetas por una ficha. "Al sitio al que voy no me conviene llevar tanto dinero encima", dijo al cajero. Al día siguiente, una veinteañera "de rostro agraciado y curvas exuberantes" intenta cobrar la ficha. Conmoción. Las mujeres no pueden entrar en el casino y el señor J. dejó dicho que no se la canjeasen a nadie. El intrépido botones Antoñito sigue a la chica hasta que la ve reunirse con un hombre mayor y "con pinta de chuleta".

Entonces, como hoy, había que llenar periódicos. El 3 de mayo, El Imparcial se desmarca con esta historia, basada en rumores y sin firmar, aunque escrita por Francisco Serrano Anguita, uno de sus mejores reporteros. A diferencia de hoy, 5.000 pesetas (30 euros) son una pequeña fortuna. Una dependienta gana entre 30 y 40 pesetas al mes (0,18 y 0,20 euros). Una criada, entre 7 y 14 (0,042 y 0,084 euros).

El caso del capitán Sánchez inspiró a Valle-Inclán uno de sus esperpentos

Año 2009. En la rotativa de El Imparcial proyectan la aliterativa Traseros traviesos y la paradójica Enormes tetitas. El edificio aloja un banco y uno de los tres cines porno que quedan en Madrid (Duque de Alba, 4). El recibidor es un ir y venir de hombres de todas las edades; el acomodador explica, sobre un fondo de jadeos femeninos, que a media mañana vienen sobre todo pensionistas. El primer piso, donde estaba la redacción, espera vacío a que alguien lo alquile.

El Círculo de Bellas Artes tampoco es lo que era. Ya no tiene casino, y desde los años veinte habita una sede propia. En 1913 vivía de alquiler en el palacio La Equitativa (el Canalejas, en la calle de Sevilla), que luego fue, durante décadas, la central de Banesto. Hace unos meses cerró la sucursal que quedaba en el bajo y también está disponible.

Año 1913. Los rumores se convierten en el caso del hombre invisible. Que si el señor J. (Rodrigo García Jalón) es un mujeriego, que si la misteriosa chica (María Luisa Sánchez) es la hija "inquieta y aventurera" de un militar venido a menos (capitán Sánchez), que si se han fugado juntos a América... Cuando no hay nada nuevo, El Imparcial publica lo mismo con el epígrafe: "Todo sigue igual".

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La policía, el botones y el periodista desentrañan a trompicones y gracias a varios anónimos la historia, que, al final, no resulta tan romántica (Valle-Inclán se inspiró en ella para uno de sus esperpentos). Ni siquiera los eufemismos de la época suavizan los hechos: el capitán y su hija están "liados" desde que ella tenía 10 o 12 años. Él es además su proxeneta, y juntos hacen "montajes" para chantajear a los "amigos" de ella. El viudo Jalón, uno de tantos, se ofrece a retirar a la chica y a mantener a sus cuatro hermanos y a su padre (compañero de timbas). Cuando propone el trato, el capitán le abre la cabeza con un hacha. Luego, padre e hija filetean a su víctima. Echan la carne por el "water closet" y emparedan los huesos en un muro de la Escuela Superior de Guerra, donde Sánchez es conserje y vive con su prole desde que su mujer se fugó, ésta sí, a América.

Año 2009. Las conserjes de las dos casas que quedan en la plaza del Conde de Miranda observan la desvaída foto del crimen y no terminan de reconocer la fachada de sus fincas... algo falla. Al final, un vecino resuelve la incógnita: la Escuela Superior de Guerra estaba en la derruida Casa de los Salvajes, llamada así por las esculturas desnudas de su balcón principal. Ya no está; su lugar lo ocupa un moderno edificio que rompe el encanto de la plazuela. En su alcantarillado encontraron hace 96 años una pila de carne humana. Entonces un alquiler por esta zona salía por unas 15 pesetas (0,09 euros). Hoy, según la agencia que los alquila, los pisos de la plaza rondan los 1.000 euros.

Año 1913. El Gobierno premia al botones del Círculo con 250 pesetas (1,5 euros) por sus pesquisas. El periodista de El Imparcial escribe la novela: Yo descubrí el crimen del capitán Sánchez. Al susodicho le fusilan. A su hija le caen 30 años. En su sentencia sólo hay una atenuante: le movió la conmiseración por sus hermanos, a quienes quiso dar un futuro mejor. No se menciona el incesto, ni que su padre la embarazó dos veces cuando era adolescente. A los 12 años muere loca en la cárcel.

En la crónica negra de aquella primavera aparece entre líneas otro escenario madrileño. María Luisa quedó varias veces con su víctima en la calle de la Montera. Casi un siglo después, otras chicas jovencísimas siguen allí, vigiladas de cerca por hombres mayores y con pinta de chuleta. Entonces cobraban 3 pesetas (0,018 euros); hoy, 20 euros. Si sus tarifas subiesen como lo han hecho los alquileres, tendrían que cobrar 200.

Año 2009. Otra ciudad, la misma mierda.

La plaza del Conde de Miranda, en el Madrid de los Austrias.
La plaza del Conde de Miranda, en el Madrid de los Austrias.SANTI BURGOS

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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