Entre Eros y Tánatos
El Buenos Aires de Eliseo Subiela es un estado mental situado en un punto equidistante de la cursilería impúdica y esas distorsiones psicotrónicas que, ocasionalmente, pueden seducir al cazador de rarezas trash: un extraño lugar en cuyas barras americanas languidecen trabajadoras del sexo capaces de recitar a Benedetti y donde la Muerte tiene la pinta de una Nacha Guevara con ligueros.
Es fácil reconocer una película de Eliseo Subiela: pocos se atreven a tanto. Otra cosa es rendirse a una identidad creativa capaz de convertir a la melaza en su alternativa amarga.
El cineasta argentino logró con El lado oscuro del corazón (1992) un exportable título de culto, paradigmática manifestación de esos fenómenos de temporada donde el gato de la afectación pasa por ser la liebre de la legítima sensibilidad. Este crítico prefiere situar el cine de Subiela junto a esa anomalía que fue Cuando el mundo se acabe te seguiré amando (1998), de Pilar Sueiro: el de los objetos kitsch que, en un momento dado, trascienden su condición para abrazar lo increíblemente extraño, lo casi lisérgico.
NO MIRES PARA ABAJO
Dirección: Eliseo Subiela.
Intérpretes: Leandro Stivelman, Antonella Costa, Hugo Arana, Mónica Galán. Género: drama. Argentina-Francia, 2008.
Duración: 84 minutos.
No mires para abajo -historia de un sonámbulo que cae en la cama de quien será su maestra temporal de sexo tántrico- es puro Subiela: una película relamida, que contempla con delectación la pelusilla de su ombligo, en la que el cineasta se empeña en alterar los códigos del cine erótico privilegiando un ritmo opiáceo orientado a favorecer la retención seminal.
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