El peronismo pasa la página de los Kirchner
Como era de esperar, la derrota de Néstor Kirchner en las elecciones legislativas del pasado domingo ha provocado una desbandada en el Partido Justicialista (PJ) y entre los gobernadores peronistas, empeñados ahora en preparar la batalla por las presidenciales de 2011 y en encontrar un nuevo líder con el que agruparse. La guerra está larvada también en el Gobierno y entre los que apoyan a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, porque unos quieren un cambio rápido y profundo en el gabinete y otros prefieren moverse con calma.
La gran duda es saber si los Kirchner aceptarán negociar su política, y los cambios de gobierno, con los peronistas críticos o si se encerrarán con sus seguidores y promoverán un nuevo gabinete de puros "kirchneristas". "La presidenta tiene una semana para absorber la derrota", advirtió el senador Carlos Reutermann, uno de los ganadores del domingo. Los otros dos grandes vencedores, Francisco de Narváez y Mauricio Macri (por interpuesto) han empezado ya a moverse, celebrando reuniones con diversos barones provinciales.
El movimiento político argentino busca un nuevo líder con vistas a 2011
Kirchner intentó frenar la ofensiva dimitiendo inmediatamente como presidente del PJ y colocando en su lugar a Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, que se había arriesgado al ir en sus listas como candidato testimonial. Sin embargo, ya han surgido muchas voces pidiendo a Scioli que dimita, entre ellas la del propio Reutermann. Scioli aseguró que estaba dispuesto a "reconstruir" el Partido Justicialista y que entablaría un rápido diálogo con los peronistas críticos, empezando por De Narváez y Reutermann, y con todos los gobernadores, para implicarles en el proceso. No ha tenido ni una semana de tiempo para intentar calmar las aguas. Reutermann hizo unas declaraciones el jueves rechazando su ofrecimiento. Lo hizo, incluso, con malas formas: "Scioli me llamó, pero no le he devuelto la llamada porque estoy ocupado en otras cosas". El senador por Santa Fe, que se postula como posible candidato presidencial para 2011, dejó claro que intentará desbancarle en la presidencia peronista.
Scioli era la mejor opción para Néstor Kirchner, porque le hubiera permitido "ordenar" su sucesión y manejar hilos internos, imprescindibles para conservar algo de poder en la estructura peronista y garantizarse un retiro cómodo, tanto para él como para la presidenta. Los malos resultados obtenidos en la provincia de Buenos Aires, su teórico feudo, han hecho que se activen todas las alarmas peronistas y que sus enemigos, como Eduardo Duhalde, vuelvan a la carga para hacerse con el control completo del partido.
La mejor manera de analizar la reacción de los Kirchner será comprobar qué cambios terminan introduciendo en el Gobierno, que, por el momento, continua débil e inamovible, salvo por la dimisión del secretario de Transportes, Ricardo Jaime, acusado en múltiples causas por corrupción. Algunos de los seguidores kirchneristas quieren un giro en la política económica y un acercamiento a los empresarios. Para ello sería necesario nombrar un nuevo ministro de Economía, pero nadie parece dispuesto a aceptar ese cargo si antes no cesa el ministro de Comercio Interior, Guillermo Moreno, auténtica bestia negra, no sólo de la oposición radical sino de los peronistas críticos.
"La presidenta no va a imprimir un giro a la derecha en su política", aseguró en una emisora de radio un asesor presidencial. Quienes defienden que el kirchnerismo es una opción entre populista y de izquierda del peronismo, quieren que la pareja presidencial intente encontrar apoyos, para los dos años y medio que le quedan de mandato a Cristina Fernández, fuera del peronismo, una especie de transversalidad que ensayó el propio Kirchner al inicio de su presidencia.
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