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Entrevista:MANUEL ZELAYA ROSALES | Presidente de Honduras | Ruido de sables en Honduras

"El jefe del Ejército desobedeció a su comandante, que soy yo"

Más que un palacio presidencial, la residencia oficial de Manuel Zelaya parece un patio de vecinos. Hay tipos con sombrero tocando el guitarrón, madres que dan de mamar a sus hijos sentadas en las escaleras, parejas que se buscan y se encuentran entre los pliegues de las cortinas. La madrugada del viernes 26 de junio, el presidente de Honduras llegó a temer que los militares golpistas entraran para matarlo, y como no se podía fiar de la policía ni de los jueces ni tampoco de los políticos, llamó a los ciudadanos. Ellos serían su guardia de corps. Y aquí siguen, repartidos por las estancias, hundiéndose en las alfombras... Manuel Zelaya Rosales, de 56 años, casado y padre de cuatro hijos, se acerca a saludarlos de vez en cuando, les regala un abrazo con su porte de gigante y vuelve a refugiarse en la inmensidad vacía de su despacho. Zelaya sigue adelante con su proyecto de consultar a los hondureños hoy domingo si están de acuerdo con que en el futuro los presidentes puedan ser reelegidos.

"Si aún conservo el cargo es gracias a que EE UU no apoyó el golpe"
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Pregunta. ¿Tiene usted el control del país?

Respuesta. Sí. Sí... Yo creo que de una buena parte sí. Ya distribuimos el material de la encuesta en 15.000 comunidades. Y eso es lo que se trataba de evitar, que distribuyéramos el material. Se usó todo el poder del Estado burgués para impedirlo. Se usaron los jueces, se usaron los militares, los grupos mediáticos. No lo pudieron impedir. Lo distribuimos.

P. ¿Y controla al Ejército?

R. En este momento sí... Lo tengo... mientras no dé órdenes que afecten a los ricos.

P. Usted pidió hace unas horas que los militares se fueran a los cuarteles. ¿Le han hecho caso?

R. Vamos a verlo mañana. Mañana yo espero que no esté ninguno en la calle.

P. ¿Cómo calificaría la situación del país en estos momentos?

R. Bajó la presión. Había una presión del 90% y bajó a un 10%.

P. ¿Y cómo se mide eso?

R. Hay calma. Pero los peligros siempre son latentes en una democracia. Especialmente ahora que se insubordinaron las Fuerzas Armadas.

P. ¿Cómo se le puede llamar a lo que está pasando aquí?

R. Una conspiración para impedir que el pueblo se organice y demande derechos.

P. ¿Lo que desencadenó la crisis fue realmente la destitución del jefe de las Fuerzas Armadas o eso sólo fue lo que se vio?

R. Efectivamente, esa es sólo una parte del proceso conspirativo. La Corte confeccionó tres resoluciones para declarar ilegal la consulta del domingo. El Congreso intentó declararme incompetente para gobernar. Me declaró trastornado, que estaba fuera de mi juicio. Eso lo hicieron para poder pedir después a las Fuerzas Armadas que dieran un golpe.

P. Sabiendo eso, ¿por qué destituyó al general?

R. Porque desobedeció la orden de dejar el material electoral en los colegios.

P. ¿Sólo por eso?

R. Es que eso es muy grave. Él desobedeció una orden del comandante de las Fuerzas Armadas, que soy yo. Y un militar no puede desobedecer una orden. El Ejército tiene que ser un organismo apolítico, no deliberante y obediente. Y ahora se ha metido a crear un Estado aparte del Estado civil. Nos costó tres décadas someter a las Fuerzas Armadas al Estado civil y, al desobedecerme, volvieron a convertirse en un Estado atrincherado en los cuarteles.

P. La oposición dice que lo que en realidad hay detrás de la consulta del domingo es su intento de perpetuarse en el poder.

R. Mire... Honestamente. No tengo ninguna opción de quedarme en el poder. La única sería romper el orden constitucional y no lo voy a hacer.

P. ¿Es su palabra?

R. Sí, yo voy a terminar mi gobierno el 27 de enero del 2010. Eso es lo que voy a hacer. Pero sí voy a dejar un proceso para abrir la democracia, abrir la economía abrir la posibilidad de que un presidente pueda ser reelegido en el futuro. Aunque no sé si para entonces voy a estar disponible.

P. ¿Cuál es su modelo?

R. Mire. Yo me he ubicado en un centro-izquierda como Gobierno, porque practico ideas liberales, pero con una tendencia socialista, social, muy acercada a integrar al ciudadano a sus derechos.

P. Pero usted no es un hombre que procedía de la izquierda...

R. Así es, yo vengo más bien de sectores muy conservadores.

P. Y en qué momento se cae del caballo...

R. Ja, ja... No, más bien, en qué momento me subo al caballo... Mire, yo pensé hacer los cambios desde dentro del esquema neoliberal. Pero los ricos no ceden un penique. Los ricos no ceden nada de su plata. Todo lo quieren para ellos. Entonces, lógicamente, para hacer cambios hay que incorporar al pueblo.

P. ¿No cree que el apoyo de Hugo Chávez a su Gobierno puede significar el abrazo del oso?

R. Chávez me ha ayudado en la crisis. Ése apoyo lo busqué yo. No me buscaron ellos a mí. Al principio hubo países que se opusieron, no sé por qué. Chávez es un demócrata. Hace elecciones todos los días. Ahora ya se ha aceptado mi cercanía con Fidel Castro, con Hugo Chávez.

P. Un 10% de los hondureños trabaja en EE UU, ¿no se pueden ver perjudicados por su alineación con la izquierda?

R. No creo. Porque la relación con EE UU es muy buena. Y Barack Obama, además, es hijo de un emigrante, es sensible al tema.

P. ¿Qué papel ha jugado EE UU en la intentona de golpe?

R. Pues mire, hay que ser justos. Aquí estaba todo listo para dar un golpe y si la Embajada de EE UU lo hubiera aprobado, hubieran dado el golpe. Pero la Embajada de EE UU no aprobó el golpe. Y fíjese lo que le voy a decir: si ahora mismo estoy aquí sentado, en la Casa Presidencial, hablando con usted, es gracias a Estados Unidos.

P. Explique eso, presidente...

R. Esta madrugada pasada [del viernes], a la una o las dos, el Congreso estaba pasando un decreto para inhabilitarme y las Fuerzas Armadas estaban reunidas. Pero hubo llamadas -no le puedo referir exactamente de qué personas, de dónde a dónde-, y esas llamadas desarticularon el golpe.

P. Lo puede explicar un poquito más...

R. Sí. Todo estaba listo para el golpe y empezaron a llegar llamadas de fuera del país, de la OEA, del Alba, de Centroamérica, de todo el Caribe...

P. Y de Estados Unidos...

R. Sí, y fue una llamada clave. EE UU se puso muy claramente de parte del Gobierno, no de los golpistas.

P. ¿Temió perder algo más que el poder?

R. Sí, la verdad es que sí. Se me avisó de que a las tres de la mañana me iban a venir a capturar, me iban a sacar de aquí amarrado y Dios sabe qué iban a hacer conmigo. Yo di la alerta y mil o dos mil partidarios rodearon la casa presidencial. Para poder capturarme hubieran tenido que hacer una masacre, porque de todo Honduras vino gente. Mi guardia personal estaba también en alerta. Les hubiera costado hacerme algo. Y, si lo hubieran logrado, el pueblo ya estaba con una estrategia para responder.

P. ¿Por qué se ha quedado usted tan solo, presidente?

R. Es que estamos hablando del Estado burgués. El Estado burgués lo componen las élites económicas. Están en las cúpulas de los ejércitos, de los partidos, de los jueces, y ese Estado burgués se siente vulnerado cuando yo empiezo a proponer que el pueblo tenga voz y voto.

P. ¿Cómo le va a cambiar en lo político, pero también en lo personal, los momentos de crisis, vividos en las últimas horas?

R. ...[Manuel Zelaya se queda callado] ¿Qué me va a cambiar? Si salgo fortalecido [en las urnas] este domingo... Quizás tendré que acercarme más a los grupos de poder. Tendré que acercarme más a ellos y convencerles. Decirles que no estoy contra ellos, que esto es un proceso histórico, que tienen que cooperar... Tienen que comprender que la pobreza no se acabará hasta que las leyes no las hagan los pobres.

El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, el viernes en Tegucigalpa.
El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, el viernes en Tegucigalpa.AFP

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