'Confesiones' en televisión
"Me influyeron sobre todo las noticias y reportajes de los medios extranjeros, pero cuando fui a la calle, lo que vi fue diferente. Esos medios decían que las fuerzas de seguridad y los basiyís estaban matando a la gente, pero lo que yo presencié fue que los alborotadores dañaban la propiedad pública", declara Ozarasadat M. S. La mujer, cuya cara aparece pixelada para que no se le reconozca, es uno de los dos alborotadores cuyo testimonio está aireando la televisión estatal iraní para probar que las protestas por el resultado de las recientes elecciones presidenciales son obra de "agentes extranjeros".
"El lunes hubo una manifestación en la plaza de Azadí, algunos participantes informaban a la gente del lugar de la próxima reunión, y luego oímos el lugar de los próximos disturbios en la Voz de América y la BBC persa", añade Ozarasadat en referencia a las dos bestias negras de las autoridades iraníes entre los medios de comunicación.
"Nosotros y la gente implicada en los recientes disturbios dañamos propiedad pública, a la gente y a las fuerzas de seguridad, rompimos cristales de viviendas y montamos follón", asegura la mujer, que en las imágenes aparece completamente vestida de negro.
El otro arrepentido es un joven de unos 20 años al que la televisión identifica como Mohsen y del que, a diferencia de la mujer, muestra el rostro sin ningún efecto electrónico. "Me dejé influir por la falsa atmósfera creada por los medios extranjeros, lo que ha creado un problema para mi familia", admite.
"A través de mis amigos y de los canales por satélite, sobre todo la BBC, me informé de las concentraciones. Este canal empezó a agitar a la gente tras las elecciones y a decirles lo que debían hacer en las calles a través del programa Nobate Shoma (Su turno)", añade antes de concluir que cuando acudió a las manifestaciones vio con sus propios ojos "la falsedad de las noticias y reportajes de los canales extranjeros".
Las confesiones televisadas son un recurso que ya antes ha sido utilizado por otros regímenes totalitarios, como el de Sadam Husein. Es difícil saber cuál es su impacto en la población, pero el Gobierno tiene dos objetivos. Por un lado, el viejo truco de azuzar un enemigo externo para unir a los de casa. Por otro, separar a los alborotadores del resto de forma que, si al final los dirigentes resuelven sus diferencias, no haya alienado a todos los partidarios del candidato rival.
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