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Gran Premio de Gran Bretaña
Columna
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Tantos cambios salen caros

La batalla que actualmente mantienen la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y la Asociación de Equipos de la Fórmula 1 (FOTA) tiene aspectos paradójicos y, en cierta medida, un poco contradictorios. Los equipos están hartos de que un organismo les dicte cómo tienen que gastarse un dinero que les pertenece y, por otro lado, reclaman más ingresos en concepto de derechos de televisión. La FIA se escandaliza por los tremendos presupuestos anuales de las escuderías y por eso fomenta la implantación de un límite presupuestario. Como discurso, este planteamiento es impecable. El problema es que algunas de las decisiones que ha adoptado la federación se dan de frente con este objetivo tan loable e incluso han hecho que los equipos se hayan visto obligados a gastar mucho más de lo que inicialmente habían previsto. Me refiero a los numerosos cambios que ha vivido el reglamento este año, que se repetirán con vistas al próximo y que multiplican de forma exponencial la inversión en investigación y evolución de los coches.

Las modificaciones en el reglamento obligarán a tirar a la basura los prototipos de este año
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En una época tan convulsa a nivel económico como la actual, si hay algo que pude ayudar a poner freno a los gastos es competir bajo el paraguas de un reglamento concreto, que permanezca más o menos invariable y que haga posible que los ingenieros trabajen y busquen soluciones a medio o largo plazo. Parece que la FIA no es muy consciente de lo que supone introducir según qué tipo de modificación en un monoplaza ni las consecuencias económicas que puede llevar consigo. Para este año, el KERS iba a ser el elemento que abanderara el cambio de tendencia hacia una F-1 más sostenible. Como idea, esta herramienta es muy buena porque puede tener un retorno social en el futuro, cuando se introduzca en los vehículos de serie y permita que los usuarios se beneficien de un menor consumo en sus coches. Sin embargo, el proceso de introducción del KERS en la F-1 ha sido dramático. Ayer, en Silverstone, sólo los dos Ferrari lo incorporaron y BMW, el equipo que más promocionó este sistema de recuperación de energía, ya ha anunciado que no lo volverá a emplear en lo que resta de campeonato. El KERS ha fracasado y el problema es que los equipos tuvieron que gastarse un montón de dinero en investigar y desarrollar el sistema antes de incorporarlo.

La prueba de que un reglamento ambiguo provoca que los costes se disparen la tenemos en el doble difusor, un elemento que, según la interpretación inicial de la mayoría de los equipos, es ilegal. El hecho de que la FIA le diera el visto bueno obligó a casi todas las escuderías a modificar sus coches casi por completo para adaptarlos, con el dineral que eso supone.

Lejos de aprender la lección, la federación tiene prevista una serie de modificaciones en el reglamento que se introducirán la próxima temporada y que obligarán a tirar a la basura los prototipos de este año y a fabricar otros desde cero. En las carreras del Mundial de 2010 estarán prohibidos los repostajes, de manera que sólo se entrará en los talleres para cambiar de neumáticos. Esto obligará a los ingenieros a rediseñar sus coches y a equiparlos con un depósito de combustible mucho más grande, que hará que el conjunto gane mucho peso y, en definitiva, tenga un comportamiento completamente distinto al actual. Y todo eso supondrá una inversión monumental de dinero para tratar de encontrar el mejor compromiso y rendimiento. Tantos cambios acaban saliendo caros.

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