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Los Franco no logran impedir la apertura del pazo de Meirás

El pazo de Meirás, la residencia veraniega del general Francisco Franco, ahora propiedad de sus herederos, tendrá que abrir al público cuando lo decida la Xunta de Galicia. El Tribunal Superior de Galicia acordó ayer desestimar el recurso presentado por Carmen Franco Polo, hija del anterior jefe del Estado, en el que solicitaba la paralización cautelar del decreto aprobado el 30 de diciembre del año pasado, que declaraba el pazo bien de interés cultural (BIC), y por lo tanto, de acceso público, durante cuatro días al mes.

La familia del dictador basaba su petición en los gastos de vigilancia y de seguro de accidentes que le ocasionaría tener que abrir el edificio y la finca que lo rodea, "así como el alto coste que supondría tener que recibir a los visitantes procedentes de toda Galicia, sin descartar que puedan existir problemas de orden público ante una eventual manifestación de carácter político o por la entrada de cualquier persona que aprovechara la ocasión para cometer algún acto vandálico o atentado".

El tribunal considera "irreales" las alegaciones de la hija del general

La decisión de la Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso-administrativo del tribunal califica esta relación de perjuicios de "hipotéticos, cuando no de todo punto irreales", y apunta que alguno de ellos podrían tenerse en cuenta cuando la Administración autonómica fije el calendario y el sistema de visitas por parte del público. También especifica que, de producirse esos daños, el Gobierno gallego tiene mecanismos para resarcirlos.

El auto del Tribunal Superior, en el que actuó como ponente el magistrado Alfonso Villagómez, desecha asimismo argumentos del recurso como que la declaración de BIC se había hecho "para allanar el camino a una futura expropiación", o que la Xunta de Galicia carecía de competencias en la materia. El texto judicial concluye que en este enfrentamiento de intereses debe prevalecer el interés público sobre el particular de la demandante.

El pazo de Meirás, que en realidad son y se llamaban las Torres de Meirás cuando eran propiedad de Emilia Pardo Bazán y sufrieron una reforma arquitectónica de estilo regionalista para darle aire de pazo, fueron donadas al poco de finalizar la Guerra Civil al entonces caudillo, que aceptó el regalo "por provenir de mis paisanos". Una iniciativa promovida por las fuerzas vivas coruñesas, que completó mediante coacciones la cantidad que el agradecimiento voluntario no pudo reunir. Ésa fue una de las razones por las que, en los primeros años de democracia, surgió un movimiento popular para pedir su devolución al patrimonio público.

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