La oposición iraní vuelve a la calle
La policía detiene a un centenar de figuras del movimiento político reformista - Los seguidores del presidente Ahmadineyad celebran la victoria en Teherán
En paradero desconocido, el derrotado candidato a la presidencia Mir Hosein Musaví exigió a través de su página web la anulación de las elecciones del pasado viernes y pidió a sus seguidores que continúen las protestas de forma legal. Mientras, decenas de miles de personas arroparon ayer en Teherán a Mahmud Ahmadineyad para celebrar su reelección como presidente de Irán. El propio Ahmadineyad hizo hincapié en la transparencia de los comicios y minimizó las protestas, que achacó a un simple berrinche de los perdedores.
Al anochecer, Teherán se llenó de voces que proclamaban "Allah-u Akbar" ("Dios es el más grande"). Miles de personas subieron a las azoteas de sus casas para corearlo. Los disturbios desatados tras el anuncio de los resultados, que produjeron un centenar de detenciones, constituyen la mayor expresión de descontento en Irán en la última década.
Los manifestantes gritan "muerte al dictador" y "no al Gobierno golpista"
El hermano del presidente Jatamí fue arrestado durante unas horas
El gesto de repetir la llamada a la plegaria pretendía emular al que hace 30 años unió a los habitantes de la capital iraní para derrocar al Sha. Tras el segundo día de algaradas callejeras, los partidarios de Musaví respondían así a su consigna de quejas pacíficas.
La exhibición de poderío para celebrar en la calle la reelección del presidente Ahmadineyad, era sin duda un mensaje a sus oponentes políticos que, desde el anuncio de los resultados el sábado, cuestionan su triunfo.
Los decepcionados votantes de Musaví, el candidato derrotado, también volvieron a echarse a la calle a pesar de la dura represión policial del día anterior. El enfrentamiento ha puesto de relieve, como nunca antes desde la Revolución Islámica de 1979, la profunda división de los iraníes.
Con gritos de "Ahmadineyad, te apoyamos", los partidarios del reelegido presidente trataron de demostrar que su candidato tiene un gran respaldo popular. En realidad, resulta imposible saber en qué medida ese 62,6% de votos que el Ministerio del Interior ha atribuido al presidente fundamentalista refleja el deseo de un Irán profundamente conservador o, como denuncian sus rivales políticos, es una imposición de los sectores más autoritarios del régimen. Ningún observador independiente ha asistido al recuento de los sufragios, y ni Musaví ni sus aliados han tenido la ocasión de explicar su denuncia de fraude en público.
Algunos diplomáticos europeos, tanto comunitarios como extracomunitarios, recuerdan que Ahmadineyad cuenta con una amplia base en provincias. "Ha distribuido mucho dinero durante sus viajes y eso se convierte en un voto agradecido", apuntan. ¿Tanto como para duplicar los votos de su más inmediato competidor?
El Ministerio del Interior ha concedido que Musaví ganó en Teherán, donde la mayoría de los periodistas extranjeros seguimos las elecciones y recogimos testimonios persistentes a favor del aspirante. Sin embargo, los observadores iraníes se sorprenden de que ni Musaví ni el otro candidato reformista, Mehdi Karrubí, ganaran en sus provincias de origen, algo que se daba por hecho.
A estas alturas, la realidad puede ser menos relevante que las percepciones y numerosos iraníes que acudieron ilusionados a las urnas se sienten engañados. Es ese clima el que ha empujado a la calle a jóvenes, y no tan jóvenes, para protestar por lo que muchos califican de golpe de Estado.
"Están molestos por su fracaso. Han gastado un montón de dinero en la propaganda y esperaban ganar, así que es normal que se sientan desilusionados", manifestó Ahmadineyad tratando de quitar importancia a las algaradas. Poco antes, durante una conferencia de prensa, les había comparado con los seguidores de un equipo de fútbol derrotado.
Claro que en este partido no se juegan la clasificación en el Mundial sino su propio futuro. Muchos parecen estar dispuestos a seguir adelante si sienten que están respaldados por sus dirigentes, unos dirigentes que, hay que recordar, en ningún momento han cuestionado el sistema. De momento, ayer, por segundo día consecutivo, volvieron a repetirse las protestas. En la plaza de Vanak, en la Universidad de Teherán, en el cruce de Parkway, en la calle Manucherí, por toda la ciudad se extendían los gritos de "muerte al dictador" y "no al Gobierno golpista".
En algunos lugares se enfrentaron con la policía, a la que llegaron a tirar piedras; en otros, los agentes permanecían a la defensiva desbordados por el número de participantes. "Las protestas son muy dispersas y no tienen fuerzas antidisturbios suficientes para cubrir un área tan extensa", aseguraba un observador. Los manifestantes parecen buscar más el efecto psicológico que un enfrentamiento en el que tienen todas las de perder.
Eslóganes como "Fuerzas de seguridad, apoyadnos" y "También somos iraníes", remiten de inmediato a la contestación civil que precedió a la revolución islámica. Después de que Musaví pidiera a sus seguidores que protesten de forma pacífica al grito de "Dios es el más grande", el grito de guerra que unió a los iraníes frente al sha.
Los partidarios de Ahmadineyad tampoco se mantuvieron silenciosos. Varios testigos relataron a esta corresponsal que habían visto a simpatizantes del presidente cantando el himno de los Pasdarán por las calle y a basiyis (voluntarios que normalmente no van armados) pertrechados con armas de fuego sobre uno de los puentes que cruza la avenida de Val-i Asr.
Más allá de cualquier exhibición de fuerza, lo que ha alertado a los partidarios del cambio ha sido la detención de un centenar de figuras del reformismo, entre ellos Reza Jatamí, el hermano del ex presidente Mohamed Jatamí. "Ha pasado la noche en el cuartelillo, pero le han puesto en libertad esta mañana", declaró a este diario Issa Saharkhiz, un portavoz reformista. Saharkhiz confirmó también la detención de Said Shariatí, el jefe de la campaña de Musaví en Internet, y de Moshen Mirdamadí, secretario general de Mosharekat, el principal grupo prorreforma.
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