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Reportaje:

La 'reválida' de los Porteros

Casi un tercio de los 2.000 controladores de locales que se examinan suspendió la primera prueba del pasado marzo

Para muchos era la reválida. Un todo o nada para poder ejercer su oficio de forma legal. Otros tantos se la jugaban por primera vez. Sobre las bancadas de las facultades de Medicina y Farmacia, profesionales del gimnasio con una obsesión: aprobar el examen de portero de discoteca para poder trabajar como controlador. Un total de 2.037 aspirantes se enfrentaron ayer a la segunda prueba convocada por la Comunidad tras la muerte de Álvaro Ussía, de 18 años, el pasado mes de noviembre en la discoteca Balcón de Rosales, cuando fue agredido supuestamente por tres vigilantes de ese local.

Y la mesura dominó la impresión de los candidatos al término del examen. Se pasó del "está chupao" al "parecía sencillo pero no me fío". La de ayer fue la última oportunidad para lograr la acreditación ya que la Comunidad no tiene previsto convocar otra prueba hasta 2010.

"Es la segunda vez que me presento. Ya he pagado 120 euros y no pienso pagar ni un duro más, así que más me vale aprobar", decía Pedro, un candidato de 36 años que se las ha tenido que apañar de recogevasos o guardarropas al suspender el primer examen el pasado 14 de marzo. Como él, 649 compañeros que se llevaron el chasco en la primera intentona se presentaron a la repesca. Sólo 1.508 porteros de los 15.000 que hay en la región consiguieron entonces el carné que deben portar siempre mientras trabajan. Entre los candidatos destacó la presencia de 100 mujeres, el doble que en la cita de marzo.

Aprobar se antoja vital para los aspirantes. Por ello, algunos optaron por rascarse el bolsillo y pagar hasta 200 euros por una semana de formación en una academia. La prueba fue un calco de la anterior: un test de 50 preguntas que versaban sobre legislación y una segunda parte psicotécnica con 144 afirmaciones en las que el aspirante tenía que posicionarse como por ejemplo: "¿Alguna vez han pasado por tu mente palabrotas o ideas sucias?"

En la sala Obdulio de la Facultad de Farmacia las marcas de sudor en las camisetas evidenciaban el bochorno que se sufría en el aula. Los trabajados músculos de los aspirantes descansaron sobre las vetustas bancadas, poco preparadas para personas de tal envergadura. Asientos que destacaban por su estrechez y mesas en las que un folio colocado en posición vertical se salía de los márgenes.

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