Zapatero no sigue el rumbo de Felipe
El Gobierno va a acelerar las conversaciones con empresarios y sindicatos, en el marco del diálogo social, para lograr un acuerdo antes del verano frente a la recesión. Moncloa hace de este acuerdo la base de su estrategia política en un momento especialmente complicado, a la vista de que la recesión económica va a durar toda la legislatura, como reconoció el Consejo de Ministros del viernes, y a que su soledad política se ha acentuado tras el resultado de las elecciones europeas del día 7.
Estos comicios han reafirmado el desafecto con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de los tradicionales partidos bisagra en el Parlamento, CiU y PNV, cuyo objetivo es acelerar el desgaste de este Ejecutivo al haber perdido el poder en sus respectivas comunidades autónomas.
Se inclina por cerrar ya un acuerdo contra la recesión con los agentes sociales
Zapatero pretende que el acuerdo con sindicatos y empresarios frente a la crisis le sirva de llave para la aprobación en el Parlamento de las medidas recogidas en el Plan de Economía Sostenible. Moncloa cree que se dan las condiciones favorables para que se produzca ese acuerdo, dada la gravedad de la crisis y la urgencia en la adopción de medidas frente a ella. Para los empresarios dispone de instrumentos como las ayudas financieras y para los sindicatos, el compromiso de que las medidas contra la crisis no acarrearán decretazos antisociales.
Moncloa calcula que la presión social puede vencer las resistencias de la política, aún más dura una vez que cualquier acuerdo con el PP frente a la recesión está más lejos, a la vista de que ésta durará toda la legislatura.
Curiosamente, el miércoles, el presidente de la Fundación Alternativas, Nicolás Sartorius, en la presentación del Informe sobre la democracia en España 2009, sugirió que Zapatero debía apoyarse en un pacto con los agentes sociales para impulsar su plan contra la crisis, ante la imposibilidad de pactarlo con el PP, ya que este partido ha hecho de ella el eje de su política opositora, como en la pasada legislatura lo hizo con el terrorismo.
El ex presidente Felipe González discrepó de Sartorius y propuso que el Gobierno tomara la iniciativa a todos los niveles, incluido el político. González, que está revisando algunos comportamientos de la socialdemocracia ante la crisis al hilo del informe que le ha encargado la Unión Europea, criticó a Zapatero por vincular su política económica al acuerdo con empresarios y sindicatos. El Ejecutivo y, más aún, tras admitir que la recesión va a durar la legislatura, ha dado la razón a Sartorius y no a González.
A la par del intento de acuerdo con empresarios y sindicatos, la estrategia del Gobierno pasa por resolver otra cuestión clave para su futuro, la renovación del modelo de financiación autonómica con las comunidades autónomas. Ese acuerdo tiene un nuevo plazo, el 15 de julio, y está empeñado en cumplirlo porque con él se juega el apoyo a los Presupuestos que se negociarán en septiembre.
Moncloa confía en que ese acuerdo y la distensión que genere en los partidos catalanes la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, prevista también para julio, allanará el camino para el acuerdo con ellos contra la crisis y en los Presupuestos. El Gobierno reconoce que es difícil el acuerdo con CiU para las cuentas públicas pues su buen resultado en las elecciones europeas le ha ratificado en su política de oposición, con lo que se lo seguirá poniendo difícil a Zapatero, con la vista puesta en las elecciones catalanas de 2010, tras las que espera volver a gobernar la Generalitat.
Las perspectivas de un acuerdo para los Presupuestos de 2010, lo tiene el Gobierno con las izquierdas -ERC, ICV, IU, BNG- y Coalición Canaria. El Ejecutivo trabaja en la perspectiva de agotar la legislatura y se consuela con que éste es su peor momento, con la recesión en la cresta de la ola y la mayor ausencia de apoyos políticos en el Parlamento, que complicarán la negociación presupuestaria tras el verano. Aunque la crisis siga ahí, calcula el Gobierno que se aminorará algo en 2010, que la presidencia española en la Unión Europea tendrá efectos políticos positivos en el primer semestre de ese año y le facilitará el trabajo parlamentario.
A partir de ahí, pasado el ecuador de la legislatura, se abrirá un debate crucial para el Gobierno, cruzado con el de la importancia de la crisis en el tramo final del mandato. Ese debate será si Zapatero apuesta por aspirar a un tercer mandato o no.
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