Se acabó el experimento de la libre elección universitaria
Bolonia elimina la obtención de créditos por actividades fuera de clase
Hasta ahora los universitarios podían completar sus carreras realizando actividades académicas fuera de los planes de estudios. Bajo la denominación de "créditos de libre elección" se agrupaban propuestas de lo más diversas. Desde los cursos estivales universitarios, a tareas de representación estudiantil, pasando por enfundarse la camiseta de una universidad para participar en una competición.
Con la aplicación de Bolonia, las carreras se reducen y los créditos de libre elección también. En los nuevos planes de estudio, según el Real Decreto 1393/2007, ni siquiera existe esta denominación, aunque reconoce que los universitarios podrán obtener un máximo de seis créditos por "la participación en actividades universitarias culturales, deportivas, de representación estudiantil, solidarias y de cooperación". Hasta ahora, el peso de la libre elección en las carreras representaba un 10%, por lo que a los nuevos grados de 240 créditos les deberían corresponder 24.
"La idea fue buena, pero a menudo se pervirtió con cursos pintorescos"
¿Qué va a pasar con la actual oferta? ¿Ha llegado el momento de recortarla ante la caducidad inexorable del curso asociado al crédito? Y es que en los últimos años estos cursos, que son compensables en el expediente, han proliferado desde diferentes servicios arrastrando a miles de universitarios. Solo en la Universitat de València, cerca de 14.000 estudiantes asistieron a los programados por el Servicio de Extensión Universitaria el curso pasado; a los ofertados por el servicio de Deportes acudieron más de 4.000, y a actividades puntuales de La Nau dels Estudiants y la Universitat d'Estiu de Gandia, 3.000 y 1.400 alumnos, respectivamente.
"Si se mantuviera la actual oferta de libre elección, no se cubriría, por lo que habrá que reducirla, pero reflexionaremos seriamente cuando llegue el momento", asegura, con cautela, la vicerrectora de Estudios de la Universitat de València, María Vicenta Mestre, aclarando que el próximo curso la Universitat implantará 23 títulos de grado (solo primer curso) para los que las optativas, y por tanto esta cuestión, llegará cuando los estudiantes alcancen el cuarto curso. Y preguntada por si una reducción en la oferta de estos módulos (el crédito suele costar el doble que el de los planes de estudios) podría afectar a la situación económica de la universidad dice que no: "La financiación de las universidades es una cuestión mucho más seria. Necesitamos un plan de financiación con garantías por parte de la Generalitat y el ministerio".
En opinión del vicerrector de Estudios y Convergencia Europea de la Universidad Politécnica de Valencia, Miguel Ángel Fernández-Prada, "la idea de los créditos de libre elección era aparentemente buena, pero en numerosas ocasiones se ha pervertido", porque si bien la idea inicial era que un estudiante pudiera emplear un 10% de su dedicación docente a otras actividades formativas transversales, "la materialización práctica no ha sido todo lo útil que pudiera parecer, porque se han diseñado asignaturas de este tipo que no responden exactamente a esta formación o porque se están reconociendo actividades, cuando menos, pintorescas". También desde su punto de vista, dado que los nuevos planes de estudio se basan en medir el trabajo del alumno, estableciendo como base una dedicación anual de entre 1.500 y 1.800 horas (60 ECTS), "queda claro que hay margen para que cada cual, en su tiempo libre como cualquier ciudadano, pueda desarrollar actividades de formación complementaria diferentes de las propias de la titulación cursada".
El vicerrector de Ordenación Académica de la Jaume I, Joan Serafí Bernat, matiza que en su universidad se realizan 300 actividades de este tipo y no espera una modificación sustancial de la oferta porque allí sólo la cuarta parte de ese 10% de asignaturas de libre elección puede compensarse con actividades ajenas al plan de estudios, por lo que los castellonenses prácticamente están realizando el número de créditos que exigirá Bolonia.
Por otra parte, José Vicente Segura, vicerrector de Estudios de la Miguel Hernández, asegura que seguirán trabajando como hasta ahora, "porque la oferta no está vinculada al reconocimiento por libre elección, sino a ofertar una formación complementaria. En nuestros cursos de verano predomina la demanda no universitaria".
Por otra parte, Joan del Alcázar, director de la Universitat d'Estiu de Gandia, reconoce que "la cultura del crédito está muy generalizada y que indudablemente muchos estudiantes se matriculan por esto". Ante el ineludible cambio, "que afectará mucho, aunque tampoco es para alarmar", las universidades deben generar "una oferta singular para seguir atrayendo a los estudiantes y acercarse con sus cursos también a otros colectivos: a profesionales, a preuniversitarios, a extranjeros... Es algo que está sobre la mesa, en la Xarxa Vives de universidades, ya se están planteando estos temas".
El CADE (Centro de Asesoramiento y Dinamización del Estudiante) organiza durante una semana de septiembre un maratón de cursos, compensables por créditos, al que acuden 3.000 estudiantes. Pero también promueve talleres de teatro, literatura y formación de voluntariado sin reconocimiento de créditos. "Los cursos se llenan y éste es el modelo que habrá que seguir".
Según las últimas encuestas realizadas entre los asistentes a los cursos del CADE, los créditos de libre elección, con un 4.40 sobre 5, constituyen el primer argumento por el que un universitario se apunta a un curso, aunque seguidos muy de cerca, con un 4.02, se encuentran los intereses académico y cultural. La reforma será la prueba de fuego para comprobar si prima el interés o el pragmatismo.
Bádminton y antiguo Egipto
Entre los estudiantes es posible encontrar diferentes posturas. Se dan hasta en el mismo grupo de amigos que comparten cafés en la facultad, porque cada uno presenta una situación personal o porque la razón por la que estudian es distinta. Un estudiante de Psicología de la Universitat de València lo reconoce claramente. Él apunta al curso con créditos que más a tiro se ponga: el que más se ajuste a su horario, el que sea más fácil y cómodo... "Estoy trabajando y por eso prefiero concentrarme en las asignaturas de la carrera. Para completar los créditos de libre elección he realizado un curso de bádminton y otro de historia del Antiguo Egipto".
Junto a él, un compañero que ha decidido cursar asignaturas de Ciencias Políticas y como libre elección. "Elijo los créditos yo, aunque sea fuera de mi ámbito de estudios".
Otro estudiante de Psicología, Vicente Martí, opina que reducir el número de créditos de libre elección comportará ventajas e inconvenientes: "Por una parte, nos ahorramos una pasta porque casi todos solemos hacer cursos que cuestan más que las asignaturas de la carrera, pero por otra, nos limitan la posibilidad de compensar actividades que pueden ser interesantes. A mí me han reconocido un curso de técnicas para hablar en público, que me ha venido personalmente muy bien".
Dos estudiantes de Fisioterapia también inciden en el ahorro que supondrá para el estudiante. Ambos señalan otra contrariedad del actual sistema: la matrícula de la mayoría de los cursos se acaba muy pronto (a veces la misma mañana que salen al público) por lo que no se puede elegir. "Yo acabé haciendo un curso de vela y otro de árbitro de fútbol porque las plazas en los cursos de masaje y vendaje se habían agotado. El problema es que todo el mundo puede apuntarse a todo y no se valora el interés del estudiante". Su compañera lo tiene claro. No hará créditos de libre elección a través de cursos exóticos. Prefiere las optativas. "Quizá reducir la libre elección sea positivo. Nos quitan una complicación: tener que buscar cursos de interés"
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